La expansión contagiosa del mencionado virus, también llamado covid-19, tiene bajo amenaza y en confinamiento a casi media humanidad. Como se sabe, surgió en la China, se extendió a Europa, donde está azotando, especialmente y con mucha crueldad a países como Italia y España.
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En América, paradójicamente, está ensañado contra Estados Unidos, el cual, ha puesto en vilo su frágil y cuestionado sistema de salud. En América Latina, en unos países más que en otros, el virus se está propagando como lo registran diariamente y, con evidente preocupación, los medios masivos de comunicación y las redes sociales.
Es una certeza, indiscutible, que el temido y contagioso coronavirus proviene de la China. Pero, entre los expertos, está en debate saber su verdadero origen. En ese sentido, hasta el momento, se tejen dos hipótesis: una, el virus es fruto de una transmisión de animal a persona y, la segunda, que es un producto generado en laboratorio, lo cual, especulativamente, se relaciona con la guerra comercial trenzada entre Estados Unidos y la China, un país en crecimiento y expansión económica.
En Latinoamérica, por ejemplo, sabemos del influjo chino en Venezuela, apoyando en diversos sentidos a Nicolás Maduro. En Colombia somos consciente de su presencia en diversos sectores económicos. Ahora, últimamente, terminando la administración de Peñalosa, firmaron el contrato de construcción de la primera línea del metro en Bogotá.
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Pero, políticamente, ¿cómo se viene enfrentando esta pandemia? Los chinos y coreanos, con evidentes secuelas, están empezando a salir de la crisis. La Unión Europea, internamente divididos, siguen sobreaguando, con cifras preocupantes de contagios y muertos. España e Italia, al igual que Estados Unidos, reaccionaron tardíamente, ante la inminente propagación del virus, que ha colapsado prácticamente sus sistemas de salud.
Donald Trump pensó, inicialmente, que era una simple gripe y el presidente Pedro Sánchez de España, con el virus en casa, decidió, el pasado 8 de marzo, convocar a una masiva marcha la cual se convirtió en un foco de contagio.
En América Latina llama la atención la irresponsabilidad de López Obrador en México, Jair Bolsonaro en Brasil y Daniel Ortega en Nicaragua, que a estas alturas tiene más de un mes que su pueblo no lo ve ni lo escucha, mientras la vida sigue normal, como si esta pandemia fuese un “mero cuento chino”.
En Colombia, Duque tuvo un traspié al principio pero corrigió y se puso al frente, toreando la crisis, incluso, muchos analistas consideran que lo está haciendo mejor que en tiempos normales. Claudia López, con decidido acierto, viene conduciendo los destinos de Bogotá.
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En el Cesar, el gobernador, Luis A. Monsalvo, apenas comenzando, fue denunciado públicamente y ante los órganos de control por presuntos sobrecostos de casi un 50 % en un contrato de mercado del orden de los 13.000 millones de pesos. El mencionado denuncio lo hizo el diputado Conservador, Quintín Quintero. Un acto repudiable con el cual se ha develado el negocio de la comida en el departamento, incluyendo la del Programa de Alimentación Escolar.
En San Diego, su alcalde, ‘Callo’ Calderón, desde que arrancó su gestión viene asfixiado, mostrando poco liderazgo. Hay confusión en su equipo de gobierno. La inseguridad campea en el casco urbano. Ahora, con la pandemia encima, Callo, sigue enclaustrado en la oficina, delegando en potenciales candidatos a la Alcaldía la distribución de los mercados a la comunidad y se ha limitado en grabar y difundir unos mensajes en video, donde se le percibe todo soso y parsimonioso. Muestra, únicamente, la zanahoria y ¿qué pasó con el garrotico para aquellos que infrinjan la ley?
Sobre el tema del virus, la Gobernación le remitió los resultados de unas pruebas y él junto a su equipo de gobierno no se tomaron la simple molestia de una verificación o constatación con el afectado o su familia, sino que soltó esa “bomba” a los medios y a las redes sociales, sin sopesar ni medir las consecuencias.
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El alcalde, en su proceder, no tuvo en cuenta los prejuicios con los cuales se viene manejando el tema en el país, acarreando señalamientos y estigmatizaciones sobre los supuestos contagiados. Algunas comunidades, cegadas en su ignorancia, han llegado al extremo de la violencia.
En últimas, según versiones de los familiares, basados en otras pruebas, esos resultados no son más que un falso positivo de Covid-19, que de paso mancilló también la imagen del municipio, poniéndolo como un peligro de contagio ante el departamento y el país.
Por: Yonglin Ovalle Zuleta.