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Salvamento de voto

Aún falta la audiencia del próximo lunes, en la que se leerá la sentencia en años que la Corte Suprema de Justicia impondrá al señor gobernador Luis Alberto Monsalvo y luego el desarrollo de los recursos procedimentales que la defensa tiene previsto interponer, para intentar revertir el sentido de fallo que en primera instancia todos conocimos días atrás.

El proceso en este momento está para ‘alquilar balcón’.  A pesar de que ya hay un sentido de fallo, en el que la Fiscalía General de la República y la Procuraduría General de la Nación han pedido separación del cargo y condena incluso ya en años, este puede cambiar en manos de la Sala de Casación Penal de la corte, por lo que aún los seguidores o contradictores políticos del gobernador no pueden anticiparse a llorar o a explotar los voladores, sin antes haberse dicho la última palabra.  No olvidemos que estamos en Colombia, país del Sagrado Corazón.

Personalmente hubiese preferido que fuera la soberanía popular del Cesar, quien democráticamente y en buen uso de la soñada madurez política, se impusiera a las maquinarias del dinero y el clientelismo, eligiendo mandatarios en culto a una demostrada sensibilidad, inteligencia y liderazgo, sin tener en cuenta los ríos de dinero ajeno, la prefabricada publicidad de planificación eficiente y las agradables sonrisas de solidaridad, de las que solo gozan en época electoral y luego añoran por cuatro años.

Por esto tal vez he sentido solidaridad con el ser humano que hoy atraviesa momentos difíciles, no es la frase de cajón ni la pretensión de quedar bien con un sector político con el que no tengo ningún tipo de vínculo, sinceramente es que no puedo alegrarme del infortunio de otra persona, así ideológicamente estemos distantes; lo que sí tengo claro, es la integridad y vigencia de mi concepción política, los hechos demuestran que de no haber factores externos deformantes de la verdadera intención del elector, las candidaturas que otrora acuñaron la fama de perdedoras habrían capitalizado las preferencias del pueblo.

Ese convencimiento y otros que me reservo nutren mis posiciones políticas, es lo que me impulsa a seguir insistiendo en que el respeto por el disenso y la seducción de las ideas renovadoras incluyentes, sensibles a las necesidades pululantes en las comunidades, deben ser los argumentos deliberantes en una campaña política.  Sueño con que algún día al ciudadano de a pie, a ese que solo lo acompañan sus angustias y frustraciones, deje de interesarle exclusivamente los faraónicos gastos logísticos de una campaña política, prefiriendo ocuparse de su bienestar, garantizado al menos durante el periodo para el cual votamos y no solo en la efímera ‘bonanza’ de los tres meses pre electorales.

Hoy el departamento del Cesar está ad portas de una crisis institucional, proceso normal cuando el desgaste y mal uso del poder genera imprevistos cambios nominales y de la que saldremos adelante, incluso fortalecidos, solo si deponemos tantos egoísmos e individualidades que nos confinan únicamente a cambiar el nombre o el apellido del amo, pero que igual nos perpetúan en la esclavitud política.

Por eso no podemos seguir en las mismas con los mismos. Advirtiendo que el punto clave no está en los apellidos, sino en la inspiración para hacer la política y administrar nuestros destinos.  No pensemos más en los ineptos ancestrales, cuyo único activo es el abolengo de algún personaje vuelto célebre por la ignorancia de la época.  Es hora de que el departamento del Cesar se sacuda y desprecie el lucro económico como política pública.  Es el momento de un gran acuerdo cuya piedra angular sea la calidad de vida del cesarense. Pensemos en nosotros mismos y luego votemos libremente. Un abrazo –

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Antonio_Maria_Araujo: