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Saludos y regalos en el vallenato

Desde la antigüedad ha existido la figura del mecenas como apoyador y protector del arte y sus protagonistas, derivado de la admiración que produce un artista en la gente de cualquier condición social o económica.
En el caso del vallenato que en sus comienzos fue una música desdeñada socialmente, siempre tuvo favorecedores y mecenas que respondían generosamente con dinero y especias. Después de una parranda larga o la grabación de un disco donde se hiciera mención de alguno de estos personajes.
Por su carácter jovial y su índole comunicativo los saludos y animaciones han encontrado desde las primeras grabaciones de cantos vallenatos un eficaz vehículo que contribuye a una de sus funciones sociales como es la de celebrar la convivencia, animando el espíritu tanto indivual como colectivo mediante la música, principalmente en eventos comunicativos como la parranda vallenata.
Al revisar los primero fonogramas de nuestros géneros musicales encontramos que los saludos y animaciones se dan desde los inicios de las grabaciones, evidenciando que no es esto un hecho novedoso, sino una situación vinculada a los orígenes mismos del vallenato.
Esto podemos comprobarlo escuchando los primeros cantos de Guillermo Buitrago donde continuamente saludaba a Heliodoro Eguis, un próspero comerciante cienaguero, su fiel seguidor y protector a quien dedicó el paseo el compa’e Helidoro. Además tienen figuración su cuñado Juan Pastor, esposo de su hermana Socorro y Julio Bovea y Esteban Montaño, compañeros de conjunto y de farra respectivamente. Don Eugenio Ortega en El Banco, Toño Andrade en Fundación y Lizardo Guzmán del Guamo, Bolívar. Fueron provenientes ganadores, en esa época que destacaron Abel Antonio, Luis Enrique y Alejo Durán.
Colacho Mendoza en sus primeras grabaciones en discos Carrizal no dejaba quieto a su protector y amigo Wicho Quintero. Rodrigo Oñate Martínez mi fenecido hermano, trajo por vez primera a Alfredo Gutiérrez a Valledupar y sin ninguna contraprestación fue su representante y anfitrión por dos años. De Ahí la docena de saludos “óyelo Rodrigo Oñate” solo por vínculos afectivos. Igualmente la veintena de menciones hechas por Poncho Zuleta a “Álvaro Morón Cuello y Álvaro Muñoz Peñaloza” producto del compadrazgo y el cariño de una amistad bien cementada.
Respecto a los regalos que reciben nuestros artistas producto de admiración y afecto que hasta los presidentes les profesan, para nadie es un secreto que la pistola calibre 45 que lució en una época el maestro Escalona fue un regalo del presidente Rojas Pinilla, y los cincuentas acordeones que del exvicepresidente Pacho Santos recibió Israel Romero serán destinados a una escuela musical en Villanueva.
Una vaca y un acordeón eran los obsequios más comunes que recibían los viejos juglares del vallenato por el escenario donde se movían. Famoso fue el “Niño Bonito”, el acordeón que Toño Andrade le obsequió al Negro Alejo y la novilla que Euclides Córdoba en El Paso le regaló a Luis Enrique Martínez.
El hecho de que en épocas pasadas ciertos personajes dedicados a negocios marginales hayan beneficiado a algunos de nuestros artistas, no autoriza a nadie a poner en tela de juicio la moral de nuestros estándares folclóricos, con especulaciones mal dirigidas que nada le suman a la noble causa de defender el vallenato a toda costa, si es lo más grande y preciado que tenemos.
En todo caso la grandeza de nuestros baluartes musicales no se mide por los saludos que envían ni por los regalos que reciben sino por la calidad de su trabajo.

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Julio_C._Onate_M.: