El 9 de febrero de cada año se celebra el día del periodista. Paradójicamente son los mismos medios de comunicación, donde trabajan, los que le hacen eco a esa fecha. Y me atrevería a decir que la gente, la gran mayoría, no le da importancia al tema.
Todos, sin excepción, nos vemos impactados en nuestro día a día por el periodismo. Ese oficio noble, demandante y en Colombia muy riesgoso. Ya sea por la radio o por la televisión, por la prensa de papel o por la digital, nos informamos y conocemos las realidades nacionales y del mundo.
¿Se imaginan un día sin los servicios de ese gremio? Personalmente me sentiría sólo, abandonado, triste. Soy radioescucha desde los 12 años cuando me regalaron un radio Sony que me acompañaba a bañarme, a vestirme y desayunar antes de irme para el colegio.
Juan Gossaín y su equipo de Radiosucesos RCN eran mi compañía todas las mañanas. Entre los años 1988 y el 2000 me levantaba a las 5:00 a.m.; ya fuera para irme al colegio o a la universidad, a las 6:00 a.m. o me recogía el transporte escolar o tomaba el bus ejecutivo para el centro de Bogotá, ese que decía Germania.
Mi colegio estaba ubicado muy al norte de Bogotá y El Rosario, mi universidad, en el puro centro. Apenas me subía al bus sacaba de la maleta otro radio Sony, este más pequeño y con audífonos, Gossaín y compañía me distraían hasta llegar a mi destino. Desde chiquito he sentido fascinación por estar bien informado y eso no ha cambiado. Por eso mismo hoy por medio de este escrito, celebro y agradezco a los periodistas por tanto tiempo de distracciones, de debates, de fútbol, de música y hasta de chistes, me han regalado miles de horas de entretención, me han dado cultura, criterio, me han ayudado a ser quien soy.
Pero volvamos al periodismo. Este querido gremio se la juega todos los días por mantenernos informados, por abrirnos los ojos ante realidades lejanas, ajenas, por ubicarnos en el espectro. Colombia, lo dice la Fundación para la Libertad de Prensa -FLIP-, es uno de los países más riesgosos para quienes se dedican a este oficio. Y en un informe de Reporteros Sin Fronteras -RSF-, de diciembre del año pasado, aparecemos como el segundo país más peligroso del continente para los periodistas, después de México.
Como era de esperarse, las espirales de violencia sistemática de este país no podían dejar de afectar a los comunicadores. Pero a pesar de esto se levantan todos los días muy temprano, con estoicismo, con ánimo, salen a buscar la noticia, el hecho, el suceso, el evento, lo que pasa. Dejan a sus familias y salen de sus casas, con el único deseo de contarnos, a quienes no podemos estar ahí, lo que acaba de pasar, lo que está sucediendo o lo que se ve venir.
Colombia, afortunadamente, ha sido cuna de grandes periodistas. El ajetreo de la vida nacional hace atractivo este oficio porque aquí pasa de todo. No hay un día en que no haya noticias, siempre hay miles de cosas por contar, de crónicas por escribir y de grabaciones por hacer. En Colombia puede faltar de todo menos noticias. caricaturistas, reporteros, cronistas, siempre tienen material.
Personajes como Don Guillermo Cano, el maestro Gossaín, Lucas Caballero Calderón, entre muchos, hablan bien de nuestro periodismo, del gran nivel que tiene.
Aprovechemos para reconocer esta labor que es pilar de las democracias. Los tiranos, de cualquier estirpe, trabajan sin cansancio por 2 temas concretos: controlar al periodismo en todas sus manifestaciones, para comunicar lo que el régimen necesita para consolidarse, y a la educación, para lavar los cerebros de la gente y perpetuarse en el poder.
Luchemos juntos para defender la libertad de prensa, para defender las libertades propias de la democracia, para ampliar los alcances del periodismo, para que esta labor sea la voz y los ojos de la gente, del ciudadano de a pie.
Gracias periodistas, gracias por dedicar sus vidas a informarnos, a distraernos, a culturizarnos. Gracias por ser compañía en nuestros desvelos. Gracias a EL PILÓN por lo que ha hecho, por lo que hace y por lo que hará.
¡Salud, periodistas!
Por Jorge Eduardo Ávila