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Royer no juega al fútbol

Por Leonardo José Maya
* Médico. Concejal de Valledupar

Para los estudiantes del colegio Calleja Real

Por razones desconocidas había nacido aparentemente sin condiciones para el deporte, por eso no lo alineaban en los partidos. El quería ser un futbolista, así que de todas formas lucía sus botines y uniforme nuevo sabiendo que no jugaría. Estaba listo esperando una oportunidad y se quedaba por allí hasta el final animando a sus amigos y narrando en voz baja el desarrollo del juego.
Un día faltó un jugador y entró en su reemplazo. Durante todo el juego narró a viva voz el desarrollo del partido, describía jugadas extraordinarias que sus compañeros no realizaban, en algunas él mismo era el protagonista sin tocar la pelota.
A su arquero lo apodó “la araña negra”, porque atrapa  hasta una mosca en vuelo” esto aterró a los delanteros contrarios.  No se animaron a lanzar un solo tiro al arco, así ganaron por un memorable cinco a cero. El fue el que menos sudó la camiseta y sus botines terminaron impecables, sinembargo jugar lo transformabacon su imaginación contagió a los compañeros quienes rápidamente comprendieron su valor en la cancha y desde entonces fue un jugador insustituible.
Flaco como una lombriz, tenía una voz potente y clara que reunía en el toda la fortaleza del mejor jugador imaginable. Los sábados en la tarde se realizaban los partidos, asistían 20 o 30 familiares  para ver jugar a los chicos pero él describía un espectáculo multitudinario con gradas inexistentes repletas de entusiastas seguidores, banderines en lo alto, trompetas imaginarias y un colorido descomunal. Asistían cantantes famosos, artistas de la televisión, políticos, personajes locales y nacionales según su narración.
Durante el partido su equipo se volvía invencible, describía jugadas monumentales con goles de ángulos imposibles y chalacas de media cancha. Los rivales se confundían durante el desarrollo del juego porque seguían la narración y descuidaban el encuentro verdadero. Su equipo se convirtió en una constelación de estrellas pero el espectáculo no era el juego en sí, sino escuchar sus fantasías extraordinarias.

Con el tiempo su fama superaba al evento deportivo y cada vez asistían más seguidores que iban para escucharlo a él, incluso al terminar los partidos ganaba algún dinero con narraciones extras que terminaban con un mejor resultado que el real y vencedores y vencidos se iban felices con el nuevo resultado.
Uno de sus relatos más célebres fue el encuentro en la final intercolegial en cancha del  Loperena entre dos rivales eternos.
–   No cabe un alma señoras y señores este coliseo va a reventar, el ruido de los asistentes es ensordecedor, se elevan globos multicolores y el cielo desespera para ver el inicio de este espectáculo  deportivo maravilloso, se enfrenta el invicto Loperena ante el ISTPECAM, es el mejor clásico de la historia reciente señoras y señores, el árbitro va al centro de la cancha llama a los dos capitanes y juego limpio… juego limpio señores, se inicia el partido:

Lo que narró después fue una gesta épica de héroes extraordinarios. Ninguno pasaba los 13 años pero en su imaginación eran unos gladiadores históricos.

En ese partido Royer tocó la pelota solo tres veces pero el público lo escogió como el mejor jugador  por su invaluable aporte en la cancha. Esto, justamente, fue el comienzo de su ocaso.
Sus compañeros comenzarona sentir celos de él porque era la estrella del equipo sin razón válida. No hacia goles, no tocaba la pelota y decidieron no alinearlo más. La razón que le dieron fue que ese era un campeonato de futbol y no de narración.
Al año siguiente el campeonato se inició pero le faltaba gracia, no tenía la alegría del anterior, la gente dejó de asistir y al final solo iban los mismos 20 o 30 familiares de siempre y su adorado equipo fue relegado a los últimos lugares del campeonato causándole un profundo dolor.
Royer buscó jugar en otros cuadros deportivos pero los entrenadores rápidamente lo descartaban porque no le veían condiciones para este deporte. Así se malogró la carrera futbolística del mejor jugador de fútbol que ha existido en la región, según el decir de quienes vieron su desempeño.
Un narrador  profesional copió toda la fantasía de sus relatos y las incorporó a su repertorio. Hoy día es famoso en todo el país con las mismas frases y gracejos que copió del pequeño narrador.
Royer perdió la alegría de jugar y ahora es programador de radio en una emisora local, de vez en cuando se entusiasma con sus amigos y al calor de unos tragos narra partidos extraordinarios de su imaginación.

ljmaya93@hotmail.com

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