Este miércoles se abre el telón de la edición 54 del Festival de la Leyenda Vallenata. El poeta de Villanueva, Rosendo Romero Ospino (1953), es el personaje homenajeado; célebre compositor de la escuela romántica del maestro Gustavo Gutiérrez, y por eso afirma en unos versos de ‘Mi primera canción’ grabada por Los Betos (1980): “Me fui siguiendo el estilo/ del gran Gustavo Gutiérrez/ por ser romántico y sentido/ cuando cantaba penas y placeres”.
Gustavo Gutiérrez (1940) es ganador en dos ocasiones de la Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata, primero con ‘Rumores de viejas voces’, en 1969, y luego con ‘Paisaje de sol’, en 1982. En palabras de la investigadora Marina Quintero: “Gustavo marca una diferencia con la tradición narrativa costumbrista de la composición vallenata, introduce la configuración innovadora de la estrofa y orientan la expresión musical por el camino de la lírica”.
Gustavo es considerado el pionero del romanticismo vallenato, que graba sus canciones, hace conciertos y recitales. Su historia de cantautor empieza en 1964, con la orquesta de ‘Pacho Galán y sus sabaneros’; y graba sus canciones: ‘Morenita’ y ‘Suspiros del alma’. En 1965, tocando la concertina acompaña a Bovea; y con la voz de Alberto Fernández graban el LP ‘Ensueños’, con doce canciones de su autoría, entre ellas: ‘La Espina’, ‘Confidencias’, ‘Cecilia’ y ‘Valledupar tierra mía’. En 1969, grabó el LP ‘Confidencia’ y ‘Concierto Vallenato’. Y después realiza otras grabaciones con su concertina y su voz. Las orquestas La Billo’s Caracas y Los Melódicos, y los mejores grupos vallenatos graban sus canciones.
Rosendo, fiel discípulo de su maestro Gustavo, confiesa que también fue seguidor de los compositores Leandro Díaz, Beto Murgas y Freddy Molina, y de los artistas argentinos Piero, Sandro y Leonardo Fabio; y de un compositor español llamado Emilio José. El talento en la creación musical fue fortalecido por su afición a la lectura y por los caminos vegetales de la serranía, donde quedaron sus huellas juveniles junto a sus padres y hermanos. Su padre Escolástico Romero fue músico, y sus hermanos Norberto e Israel reconocidos acordeonistas.
Rosendo es un maestro de la música y la poesía. La mayoría de sus canciones son clásicos del vallenato, entre ellas: ‘Fantasía’, ‘Mensaje de Navidad’, ‘Cadenas’, ‘Romanza’, ‘Mi Poema’ y ‘Noche sin lucero’. ‘Noche sin lucero’ es un racimo de imágenes poéticas: Quiero morirme como mueren los inviernos / bajo el silencio de una noche veraniega. Quiero robarle los minutos a las horas/ pa’ que mis padres nunca se me pongan viejos. Quiero espantar la mirla por la media noche/ y reemplazar su nido por un gajo de luceros.
Las canciones de Rosendo, como las de todo maestro, siempre serán recordadas, porque las buenas canciones no envejecen, conservan su frescura y calidad, y permanecen en el sentimiento y la memoria colectiva; como aquel sombrero que todavía se mece en las ramas del viento, o la gota fría que se solaza en los espejos celestes de los acordeones.