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Rosalbita: el amor fugaz de Julio Erazo

FOTO / CORTESÍA

Es evidente el efecto mágico que genera en la mente escuchar una obra musical interpretada por el compositor o por cualquier intérprete, ese estímulo sensitivo propicia inusitados desencadenamientos emocionales que altera ambientes, fomenta inspiración, transforma momentos en realidades, modifica comportamientos, incluso suscita rupturas o incentiva nuevas relaciones. La creatividad del compositor es infinita, a través de su inspiración transmiten lo que vive o siente sin límites geográficos o culturales, Calixto Ochoa en los versos de su composición ‘Vida sabrosa’, grabada por Diomedes Díaz describe el impacto que generan las manifestaciones musicales.

“Sabrosa es la vida del chofer
la del músico y del policía (bis)
porque gozan de la simpatía
siempre en el amor de la mujer (bis)”

La música ejerce una fuerza sensitiva en las relaciones amorosas debido a la estrecha relación que existe con nuestras emociones, algunas de ellas perduran, otras son como las estaciones, desaparecen dejando solo recuerdos que al poco tiempo fenecen.

Una historia con apariencia de ficción vivió el reconocido compositor y cantante de ‘Los Corraleros de Majagual’, Julio Erazo Cuevas en su pueblo Buenavista, un corregimiento cercano a Guamal, Magdalena donde actualmente vive. En este bello corregimiento donde la única calle queda frente al brazo de Mompox, vivió Julio. Él era profesor de la escuela de varones, allí se me enamoró y se casó de Elides Martínez Carrascal, estudiante de la escuela de niñas. En ese tiempo, alternaba la docencia con la música, siempre acompañado por su guitarra cantaba y se enamoraba de cualquier mujer que le  gustaba Muy cerca a la casa de Julio y Elides, vivía Rosalba Piñeres, una hermosa mujer de quién Julio se sintió atraído, ella era fascinante, sus deliciosos encantos lo hacían sentir bien, por esa razón la visitaba diariamente. Helena lo esperaba impacientemente en el traspatio después de culminar los oficios caseros y de ayudarle a su hija ‘Rosalbita’ a realizar sus tareas escolares. Los comentarios en el pueblo eran continuos, Elides al percatarse del idilio tuvo una fuerte discusión con su marido, después de varias charlas él se comprometió a finiquitar esa relación.

Esta situación erosionó la estabilidad matrimonial, Julio interesado en salvarlo se fue a vivir con su esposa a Barranquilla, quería además establecer contactos con el mundo musical con el fin de ofrecer las canciones que había compuesto. Al poco tiempo de estar allí viviendo, pudo grabar  un disco de 78 rpm que contenía ‘La puya guamalera’ y ‘Yo conozco a Claudia’. Esta grabación lo motivó, su nombre se dio a conocer y los contratos para presentaciones musicales aparecieron con su grupo Julio Erazo y Los Guamaleros, posteriormente con Julio Erazo y sus Chimilas. Gracias a sus canciones y a sus conocimientos musicales que se suscitaron por su grabaciones y de sus reconocimiento artístico, ‘Toño’ Fuentes, dueño de Discos Fuentes, lo invitó a integrar ‘Los Corraleros de Majagual’, donde se dio a conocer en el país y en el exterior con sus éxitos: ‘La mujer que tengo’, ‘Yo conozco a Claudia’, ‘Compae Chemo’, ‘El caballo pechichón’, ‘El tango’, ‘Lejos de ti’, ‘El pañuelito’, ‘Dorita’, ‘La pata pelá’, ‘El bailador’, etc.

Después de vivir varios años exitosos musicalmente en Barranquilla, Julio y Elides decidieron fijar su residencia nuevamente en Buenavista.  El regreso fue bien recibido, la algarabía fue enorme, todos querían acercarse a su casa para felicitarlo por los éxitos como compositor y cantante, dos días después de su llegada Helena Piñeres se presentó a saludarlos acompañado de su hija ‘Rosalbita’, quien ya era una señorita. Julio al observar a esa preciosa joven le dijo a su esposa: “Mira qué linda esta Rosalbita”, Elides le contestó: “Es que ‘Rosalbita’ desde chiquita se le notaba que iba a ser bonita”.

Seducido por el delicioso encanto de la belleza y la juventud, se sintió atraído por ‘Rosalbita’, quien vivía a solo cuatro casas de la que él compartía con Elides. Allí acompañaba a su abuelita, cuya fuente de ingreso era una tienda de víveres y abarrotes donde también vendía licor, cuando Julio estaba en Buenavista en las horas de la tarde llegaba con el pretexto de tomarse unos tragos con Samuel Bulloso, pretendiente de Bertha, hermana menor de Helena, y algunos amigos para compartir las  canciones y anécdotas de su agitada actividad musical. ‘Rosalbita’ cuando lo veía llegar se acercaba para atenderlo con esmero, esos momentos de alegría y agradable cordialidad gestaron en él un enorme entusiasmo, necesitaba olvidar a una mujer que lo ilusionó y sorpresivamente desapareció, dejándolo triste y desorientado, por esa razón abrigaba con urgencia encontrar un nuevo amor que fuera capaz de resarcir la vejación que aún lo atormentaba.

Al encontrarse con ‘Rosalbita’, sentía que no era casualidad esa confluencia, era feliz verla caminar de un lado a otro en ese rinconcito de ambiente agradable que le fascinaba, debido a esa fuerza vigorosa que le llegaba al alma, la visitaba constantemente. Al principio la miraba con disimulo, a los pocos días la atracción fue incontenible, cada vez descubría en ella virtudes, además lo enloquecía su hermosa figura y su candorosa mirada. Las visitas eran frecuentes, ya era imposible ocultar la cohesión sentimental que mantenían, un domingo primaveral cuando el sol desapareció dejando silenciosamente un colorido agradable, el ambiente alegre de los bailes cantados y el festejo de los tradicionales carnavales, lo motivaron a expresar acompañado de su guitarra que  le había regalado su padre José  Ignacio Erazo París,  todo lo que su corazón enamorado sentía. Esa agitación emotiva lo llevó a interpretar sus obras musicales y a componer el paseo ‘Rosalbita’, cuya letra acompañada de una bella melodía se fusionaron y dieron origen a una de las más bellas obras de la música vallenata.

“Hace como cinco años que dejé a Rosalba siendo una niñita/
claro que desde ese tiempo ya se le notaba que iba a ser bonita/
da la casualidad que a mi regreso la encuentro convertida en señorita”

 

Ella emocionada por el mensaje que recibió su agitado corazón, se le acercó y sin mediar palabra lo abrazó y lo besó intensamente, sentía la necesidad de tenerlo, quería con ansias en esa ocasión memorable darle rienda suelta al ardor que sentían.

Los amores se iniciaron y continuaron intensamente, ya hacían parte del comentario diario en el pueblo, Julio con el fin de evitar problemas con Elides silenciosamente se la llevó para Santa Marta y la instaló en un amplio apartamento. Él la visitaba frecuentemente gracias a la facilidad que le brindaba las continuas giras musicales, pero continúo viviendo con Elides en Buenavista.

Con la música y los recuerdos aprendió a confortarse cuando ‘Rosalbita’ se fue a vivir a Santa Marta. Su  padecimiento era continuo, quería superarlo, no era fácil, pero tenía la experiencia de amores que llegaron y se fueron, además tenía claro que el amor verdadero lo encontraba en Elides, la mujer que le prodigaba la paz y el cariño tierno que lo hacía feliz. La pericia como exitoso músico de mil escenarios, le indicaban que los escarceos solo le proporcionaban momentos fugaces de esparcimientos, el almíbar que encontraba solo le servía para amortiguar las inquietudes de su aventurero y enamorado corazón, por esa razón solo pedía como lo dice en su canción “un poquito de sus ilusiones a sabiendas de que solo podía dar de su  alma una miguita”.

Sin embargo después de quererse tanto, la distancia y las ocupacionales de Julio incidieron en el deterioro de las relaciones. Él dejó de visitarla y ella al sentirse sola, aceptó los galanteos de un joven profesional. En un mes de agosto, el reconocido locutor Marcos Pérez Caicedo de Radio Libertad, Barranquilla, informó en el radio periódico ‘Informado’, la muerte en un accidente automotor de ‘Rosalbita’ y su compañero, un médico asignado al Batallón Córdoba del Ejército de Santa Marta. Julio al escuchar la noticia en Buenavista donde vivía, casi se desmaya, al verificar la aciaga información lloró desconsoladamente en el patio de su casa sin importarle que Elides se encontraba allí. Triste y desconsolado se ubicó debajo de un palo de mango, en esos momentos revolotearon en su mente agitada, aquellas incesantes y agradables travesuras que encendió su corazón trashumante.
Cobijado por un frondoso árbol, sollozaba por la súbita partida de ‘Rosalbita’, sentía que su mundo se acababa. En ese momento que los inquietos vientos del verano levantaban las arenillas del patio, se estrellaron en su cara unas ráfagas de cascajos que lo hizo despertar y desaparecer de su mente confundida, las cavilaciones que lo azotaban.

El coqueteo de un palomo a su compañera en el guásimo que se encontraba en el rincón del patio, lo distrajo por unos instantes, de pronto su estado anímico se agitó, súbitamente aparecieron aquellos recuerdos de vanos amores que conseguía fácilmente en sus presentaciones y luego desaparecían.

La reacción emocional lo debilitó físicamente, se sintió cansado, ya no era capaz de mantenerse de pie, silenciosamente caminó con dificultad hacia una vieja mecedora momposina, donde se recostó y quedó profundamente dormido.

Por Ricardo Gutiérrez Gutiérrez

 

 

Categories: Historias
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