Por Gustavo Cotes Medina
Terminó la Conferencia Río + 20 con más pena que gloria. Los líderes mundiales de 191 países solo le dieron un tibio apoyo a la economía verde, que se convierte en un decálogo de buenas intenciones, relegado a un segundo plano por las urgencias de la crisis mundial y dejada a la suerte de las acciones civiles y de la iniciativa privada, que deben apropiarse de la responsabilidad que los políticos no fueron capaces de asumir.
En la Conferencia no se desarrolló un temario serio y significativo y quedó rondando la impresión que los líderes fueron negligentes y perdieron el rumbo para comprometerse en la construcción de un futuro sostenible, pero con la anotación que los temas discutidos pueden mirarse como una planta que podría echar raíces, según la afirmación de Jim Leape, director del Fondo Mundial para la Naturaleza. Además, fue una cumbre con lluvia de ideas, pero sin compromisos para cumplirlas.
Quedó muy claro que no habrá sostenibilidad sin reducción de la pobreza y se destacó la importancia de darle impulso a una economía respetuosa con el medio ambiente, pero se postergó la decisión de crear un musculo financiero para apoyar una transición hacia ese modelo.
Sin embargo, se decidió fortalecer el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente con un mayor presupuesto y representatividad, y se aprobó la propuesta colombiana de fomentar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta iniciativa del presidente Santos oxigenó la cumbre, pero quedó un sabor agridulce porque solo arrancará en el 2015 con la negociación de las metas no vinculantes.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible-ODS- tienen la justificación de darle al mundo seguridad alimentaria, incrementar el acceso de la gente al agua potable, asegurar servicios de energía renovable, impulsar el desarrollo de ciudades sostenibles, idear estrategias para proteger los océanos, disminuir la tasa de destrucción de ecosistemas, mejorar la eficiencia en el uso de los recursos de consumo y aumentar el empleo. Estos objetivos serán un referente a la hora de medir el desarrollo global.
Kumi Naidoo, delegado de Green- Pace, considera que “en Río hubo fue una lucha a favor de las corporaciones que contaminan y de aquellos que destruyen el medio ambiente”. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, responde y explica “que se han renovado nuestros compromisos con el desarrollo sostenible, por un futuro socialmente sostenible”.
Pero en la mitad de estas polémicas estériles y sin resultados están siete mil millones de personas que se preguntan, ¿tendremos un planeta tierra habitable para realizar la Conferencia Río + 40 o Río + 60?
El tiempo se agota y la humanidad no se pone de acuerdo en cómo frenar el creciente deterioro ambiental y solo les interesa el afán de beneficios, más producción, mayor consumo y más rentabilidad sin pensar en el bienestar de las especies y del planeta.
¡La tierra tiene fiebre, los líderes mundiales no escuchan el mensaje y son inferiores al compromiso de diseñar el mundo que queremos, pero serán señalados por las futuras generaciones como tolerantes, relajados y precursores de anuncios sin realizaciones con una política económica basada en los intereses particulares por encima del interés general. ¿Otra oportunidad perdida?
Agregado: El 25 de junio se firmó en Bogotá el cierre de las negociaciones del TLC de Colombia con Corea del Sur. Confiamos que con estas relaciones “de sangre”, Corea se convierta en el mejor aliado de Colombia en Asia-Pacífico.
Y el 26 de junio se firmó en Bruselas el TLC de Colombia con la Unión Europea que nos pone en contacto con 27 economías desarrolladas del Viejo Continente. ¡Es prioritario invertir en la formación de nuestro talento humano para proyectarnos al futuro con mentalidades renovadas e incrementar así el progreso de nuestra población.
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