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El riesgo de vivir y trabajar en Colombia

Sobre la desaparición de la periodista Salud Hernández-Mora lo único cierto es que llegó  a la vereda Buenos Aires del municipio El Tarra de la región del Catatumbo transportada por un mototaxista, lo demás es un misterio; mejor dicho, son meras especulaciones.

El gobierno -del menoscabado erario nacional- ofrece 100 millones de pesos a quien informe el paradero de dicha periodista y de su colega Diego D’Pablos y el camarógrafo Carlos Melo del Canal  RCN, quienes fueron a esa zona en busca de noticias referentes a la controversial comunicadora social, que según declaraciones del corresponsal del Canal Caracol, Diego Velosa, él y su camarógrafo fueron retenidos varias horas en el corregimiento de Filo Gringo por supuestos miembros del Eln, que les incautaron sus equipos de trabajo y a la vez manifestó que tales guerrilleros se negaron a hablar sobre la periodista desaparecida, pero dijo haber escuchado, entre la gente, rumores de que está en manos del Eln.

En vista que la periodista española y los dos colombianos desaparecidos viajaron voluntariamente a esa zona donde convergen distintos grupos insurgentes armados, bandas criminales organizadas y de delincuentes comunes, el gobierno no se atreve a catalogarlos como secuestrados, porque de pronto aparecen estos periodistas con documentales de sus trabajos, alabando el buen trato recibido mientras realizaron sus labores. Suficientes antecedentes tenemos y hay bastantes métodos de sometimientos a las víctimas de estos sucesos.

Conociéndose el temperamento y valentía de Salud Hernández-Mora, su vida corre un alto riesgo de fatal desenlace, ojalá y no. En todo caso, ella prometió a los dueños de los medios con quien trabaja, regresar lo más rápido posible y ya el tiempo de no retorno puede considerarse largo por no decir angustiante.

Si los periodistas están en poder de una de las tantas organizaciones compuestas por insurgentes armados, han demorado en reconocerlo y si no los liberan en términos de horas, ya no cabe duda en que los verdaderos comandantes de los grupos guerrilleros son los capos del narcotráfico que ahora son los mismos jefes de las bacrim que operan en la región del Catatumbo y otras latitudes del país.

Vivir y trabajar en Colombia cada día se vuelve más difícil. Duele decir que los principales culpables de tan dificultosa situación son nuestros dirigentes políticos, quienes con sus codicias han generado total desconfianza, por lo cual no hay respeto y por ende todos actuamos  según nuestras propias conveniencias, aunque sea violando los derechos de los demás.

¿Cuál sería la solución de tan nociva realidad? Una de ellas es terminar el conflicto armado interno, que la mayoría de los colombianos deseamos se acabe; sin embargo, una minoría prepotente y egoísta no lo permite, otra minoría romántica aduce que sin justicia social no hay paz, en fin, el entresijo es grande y por tanto la paz nunca se pacta. Mientras tanto seguimos corriendo el peligro de morir en cualquier momento ya sea por la guerrilla, paramilitares, bandas criminales tanto de narcotraficantes como de delincuencia común.

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Jose_Romero_Churio: