En Valledupar hoy es un día de acentuado contraste, después de una semana de jolgorio, volvemos a enfrentar la realidad, en especial para esa numerosa población que está a la espera de una oportunidad laboral.
El Día del Trabajo, celebrado ayer domingo primero de mayo, en Valledupar pasó desapercibido por darse en medio del cierre, en la madrugada, del Festival de la Leyenda Vallenata, pero aun así hubo algunas manifestaciones en armonía con la agenda nacional que, para esta fecha, manejan las organizaciones sindicales y de defensa del derecho al trabajo.
La celebración de una fecha no es lo más importante, lo que debe tener mayor relevancia son las razones, motivos y circunstancias que la originaron y las finalidades específicas que se persiguen.
Los orígenes de esta fecha se remontan a la época de la Revolución Industrial a inicios de los años 1800, en donde la clase obrera comenzó a alzar la justa voz.
¿Qué tanto se ha avanzado? Para exponer el marco adecuado debemos citar el Artículo 25 de la Constitución Política de 1991 que señala que “el trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas”.
Lo contradictorio es que pese a la antigüedad del problema no hay soluciones concretas satisfactorias y el país registra aun antes de la pandemia las tasas desempleo más altas de América Latina.
Se conocen programas y muchas gestiones institucionales pero los resultados no cambian, son muchas las entidades tanto públicas como privadas que ha creado servicios y bolsas de empleo para tratar de ofrecer oportunidades.
En Valledupar la situación se torna más complicada según el último reporte del Dane, esta ciudad aparece entre las primeras con mayor desempleo de la Costa Caribe, lo mismo que a nivel nacional. La pregunta es ¿qué hacer? Hay recomendaciones concretas, algunas expuestas con análisis ordenado y profesional por el Centro de Pensamiento, CESORE, ejecutables y financiables, pero ni el alcalde ni la Secretaría de Desarrollo han dado una respuesta concreta y de conocimiento de la ciudadanía. Esperamos que en los próximos días tengamos alguna respuesta. Si ejecutan, como parece, otras actividades en igual propósito, deben decir por qué son también o más efectivas estas, y por supuesto, si no son excluyentes con aquellas. Hoy son muchos los ciudadanos desesperados en la ciudad, que no creen en las instituciones públicas ni en los políticos. El hecho de que muchos hayan votado por ellos en las pasadas elecciones al Congreso, no contraría nuestra afirmación y que no descubran otras oportunidades y fechas para protestar.
La primera revolución en marcha que soñó López Pumarejo, a la que se erige asombroso monumento en la plaza fue la del empleo y los derechos laborales. Somos entre las 3 ciudades capitales departamentales de Colombia, las peores en el binomio desempleo y pobreza. Ahora, sumada la alta inflación. Y en esos guarismos también somos reyes.