Los hechos sucedidos en Haití, Chile, Ecuador, Buenos Aires y Bolivia, conciben dos orientaciones: desenmascare de una urna de cristal caracterizada por gobiernos que no pudieron ofrecer mejores condiciones de vida a sus habitantes y el cansancio de la ciudadanía debido a la crisis generalizada de la democracia. Protestar es un derecho que no puede desdibujarse de manera estratégica con el absurdo ideológico, restándole protagonismo al pueblo, para endosárselo a Nicolás Maduro y al Foro de Sao Paulo, en aras de soslayar la procura de derechos que persigue el cierre de brechas en América Latina, región que convive con la desigualdad.
El panorama social y económico de América Latina, no escapa de la realidad colombiana, ni del orden local en Valledupar. Ese contexto debe ser apropiado por el nuevo alcalde de la ciudad, a partir de la comprensión sobre la constante evolución del territorio. El próximo alcalde de Valledupar, cargará en sus hombros el pesado piano del creciente desempleo, la correlación entre economía y violencia, semejanza que propone complejidades por las razones multicausales de la inseguridad, la obsolescencia del sistema vial y el transporte público y los problemas en materia de movilidad. Inobservar estos factores, simplemente consolida las deficiencias en la continuidad de la prestación de los servicios básicos, incluyendo seguridad, transporte público, agua y energía y aumento de la informalidad.
Una chispa hizo explotar la crisis social en Chile, el alza del tiquete del metro fue la gota que rebozó el vaso, por eso insisto en que el nuevo alcalde de Valledupar, debe valorar esa lección aprendida, para construir su agenda social con base en la capacidad de generar mecanismos de dialogo con los ciudadanos. La construcción del plan de desarrollo es el mejor puente para este propósito, la generación de confianza es una herramienta poderosa que amplifica la visión del dirigente, para ello, debe deponer su vanidad y el afán por cumplirles a todos sus acreedores y menos al pueblo. El próximo cuatrienio constituye una nueva oportunidad, para que el nuevo alcalde muestre con liderazgo e independencia, el valor de hacer lo que parece imposible, virar los intereses hacia la ciudad, ese acuerdo es prioritario para la clase política y la ciudadanía en general, en la que deben estar vinculados, los gremios, cámara de comercio, universidades, tanques de pensamiento y la ciudadanía. El modelo de participación interinstitucional y multidisciplinario, habilita la concepción de la vocación de la ciudad, es decir, compromete a todos los sectores y faculta al gobierno para actuar de conformidad a las necesidades del territorio, sin malgastar tiempo y recursos en el descrestaste concepto de política pública. El nuevo gobierno debe anticiparse al efecto post-Carbón, analizar al sector agropecuario con fundamento en la nueva economía del clima. Asimismo, en materia de la movilidad la implementación de un sistema de transporte movido con energía solar, constituye una oportunidad para el turismo, el Área Metropolitana no puede seguir como un embeleco burocrático, debe funcionar con vocación y visión territorial. La ciudad debe ofrecer garantías en la prestación de los servicios públicos, es perentorio aprovechar los recursos energéticos de la región, los cuales tienen amparo y respaldo legal, el costo fijo del consumo de energía eléctrica es un hueco en el bolsillo para cualquier inversionista, en cuanto al servicio de acueducto hay que transformar Emdupar y, por sobre todas las cosas, priorizar la inversión, para que sea coherente con el desarrollo social y humano. Desde esta tribuna estaré atento y haciendo control al nuevo gobierno.