Según las Organización de Naciones Unidas, ONU, la pobreza va más allá de la falta de ingresos y recursos para garantizar unos medios de vida sostenibles. Se trata de un problema de derechos humanos. Entre las distintas manifestaciones de la pobreza figuran el hambre, la malnutrición, la falta de una vivienda digna y el acceso limitado a otros servicios básicos como la educación o la salud.
Hoy hablamos de la pobreza porque esta va de la mano con la inseguridad, por lo menos ocurre en Valledupar, donde los indicadores del Dane ubican a esta ciudad en el cuarto puesto de pobreza monetaria en el país; después de Quibdó, Riohacha y Cúcuta.
Los picos más altos en pobreza en la capital del Cesar los registró el Dane para el año 2018, con 34.40%, y en las mediciones de desempleo con 14.80 %. Según estos indicadores, el salto más grande hacia la pobreza se dio en el periodo 2016 (25.50%) – 2017 (33.40%), con un aumento de más de ocho puntos porcentuales. Al año siguiente se redujo la diferencia, pero igual marcó un alto indicador de pobreza (34.40%), pese a todas las grandes obras de infraestructura que se están desarrollando en la ciudad, por parte del sector público y privado, quedando demostrado que el desarrollo de proyectos de vivienda impulsado por el anterior Gobierno Nacional fue uno de los principales motores de la economía.
En ese sentido, una de las explicaciones sobre la difícil situación económica que atraviesa la ciudad, además de la escasez de grandes industrias, puede ser que la gran mayoría de personas que estuvieron empleadas durante el auge de la construcción de viviendas y que hoy están cesantes, debido a la recesión del mercado inmobiliario.
Combatir la pobreza debe ser una prioridad para los gobernantes, porque esta es caldo de cultivo para la delincuencia que campea en la calles con atracos, homicidios y extorsiones. Contrarrestar la delincuencia, si bien es una tarea de la fuerza pública que debe poner a los bandidos tras las rejas, lo cierto es que urge contar una lucha interinstitucional contra la pobreza y la desigualdad, cimientos de la criminalidad.
No es coincidencia que los ‘puntos calientes’, sectores con mayores índices de criminalidad, estén los barrios de periféricos, los más vulnerables de las ciudades, en el caso de Valledupar los ubicados en las comunas Uno (margen derecha del río Guatapurí), Tres (los barrios del sur como El Páramo, Villa Haidyth y Emmanuel) y Cinco (La Nevada, La Roca y Guasimales, entre otros), donde hay más personas subsistiendo con menos de 1,90 dólares (Unos 6.182 pesos) al día, cantidad establecida internacionalmente como el umbral de la pobreza.
Es destacable que la dirigencia política y la sociedad civil han venido trabajando de la mano para que se materialice la Policía Metropolitana de Valledupar, con la cual se aumentaría el pie de fuerza en el área que también abarca a San Diego, La Paz, Manaure y Codazzi, pero como lo dijimos anteriormente la solución de fondo va más allá de tener más uniformados en las calles.
Lo que ha pasado una vez concluyó el Festival de la Leyenda Vallenata, el aumento en un 10% de los homicidios, evidenció que el pie de fuerza de Policía y Ejército sí incide en la seguridad. Durante esa festividad disminuyeron considerablemente los delitos que afectan a la comunidad, pero en los días siguientes el accionar de la delincuencia ha empezado a recobrar fuerza en las calles.
No hay que desconocer los factores externos, como la migración de venezolanos que han engrosado los cordones de miseria en ciudades de frontera como la nuestra. Entonces, deben estos indicadores ser analizados por los candidatos a las próximas elecciones regionales, ya es poco lo que pueden hacer la actual administración, hay que empezar a diseñar propuestas aterrizadas y realizables para contrarrestar los dos grandes flagelos que hoy empañan la ciudad: la inseguridad y la pobreza.