Cuando el covid-19 se convirtió en una pandemia global, en marzo de 2020, la mayoría de los sistemas escolares reaccionaron rápidamente. Tomando una página de los libros de jugadas creados durante brotes de influenza, los sistemas de todo el mundo comenzaron a cerrar escuelas. A mediados de abril de 2020, calculaba la Unesco, ya no se enseñaba a 1.600 millones de niños en un aula física.
Aunque los maestros (encuestados en una investigación realizada por McKinsey) de todo el mundo tienen diferentes estilos y estándares de aprendizaje, hay una cosa en la que parecen estar de acuerdo: una computadora no es rival para un salón de clases como lugar para que los niños aprendan.
Según McKinsey, los maestros que enseñaron en escuelas públicas otorgaron al aprendizaje remoto una puntuación global promedio de 4,8, mientras que sus pares en escuelas privadas, que a menudo tienen un mejor acceso a las herramientas de aprendizaje, obtuvieron una calificación promedio de 6,2. Obviamente, también existe una amplia variación en los recursos para estudiantes y maestros en las escuelas públicas.
Los maestros que trabajan en escuelas de alta pobreza encontraron que las clases virtuales eran especialmente ineficaces, calificándolas con un 3,5 sobre 10, lo que refuerza las preocupaciones de que la pandemia ha agravado las desigualdades educativas.
Bajo la perspectiva de las circunstancias de la pandemia, la OCDE trabajó en el diseño de cuatro escenarios para el futuro, enfocados en cómo transformar y preparar los sistemas educativos.
1. La participación en la educación formal continúa expandiéndose. La colaboración internacional y los avances tecnológicos apoyan un aprendizaje más individualizado. Las estructuras y procesos de la escolarización permanecen.
2. Los sistemas tradicionales de educación se rompen a medida que la sociedad se involucra más directamente en la educación de sus ciudadanos. El aprendizaje se lleva a cabo a través de acuerdos más diversos, privatizados y flexibles, con la tecnología digital como un factor clave.
3. Las escuelas permanecen, pero la diversidad y la experimentación se han convertido en la norma. Abrir los muros de la escuela las conecta con sus comunidades favoreciendo formas de aprendizaje, participación cívica e innovación social en constante cambio.
4. La educación se lleva a cabo en todas partes, en cualquier momento. Las distinciones entre aprendizaje formal e informal ya no son válidas ya que la sociedad se vuelve completamente al poder de la máquina.
Según el informe del Fondo de la ONU para la Infancia, “al menos 463 millones de niños cuyas escuelas cerraron, no tuvieron aprendizaje a distancia. La gran cantidad de niños cuya educación se vio completamente interrumpida durante meses es una emergencia educativa mundial. Las repercusiones podrían sentirse en las economías y sociedades durante las próximas décadas”. En América Latina y el Caribe, como mínimo 13 millones de niños no pueden acceder al aprendizaje remoto.
Son muchos los análisis realizados sobre el estudio remoto en aras de definir ventajas y desventajas, así mismo escenarios de futuro para enfrentar las irrupciones y evitar sorpresas. La Corporación Red Papaz explicó que el contacto físico y las experiencias que viven los niños en los centros educativos, principalmente los de primera infancia, son primordiales para el desarrollo de sus personalidades y relaciones, es por eso que considera el regreso a las aulas como una necesidad. El retorno a las clases presenciales no debe ser un asunto de improvisación, sino que debe valorar el riesgo biológico aún vigente pese al mejoramiento del proceso de vacunación y la adecuada capacidad de las instalaciones educativas.
@LuchoDiaz12