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Retorcijones en La Paz

Los 13 casos de hepatitis A en el municipio de La Paz, confirmados por el Instituto Nacional de Salud, como lo dio a conocer ayer el secretario de salud municipal, Carlos Oñate López, no es una cifra para subestimar. Lo que pasa en esa población es preocupante y más cuando se habla de un subregistro de más de 50 casos que son atendidos en centros asistenciales de Valledupar.

El hecho de que las pruebas realizadas al agua, que llega a alrededor de 3.700 hogares hayan arrojado que el preciado líquido no era apto para el consumo humano, es sumamente grave y no se debe subestimar la amenaza porque una prueba posterior mostrara que tal riesgo había sido superado. Hay que revisar qué pasó para que no se repita semejante amenaza biológica.

Si bien es cierto la hepatitis A no es fatal, no se puede minimizar su impacto en una población que tiene en precarias condiciones su centro asistencial, el Hospital Marino Zuleta, donde el personal hace mucho con lo poco que cuentan para salvaguardar la salud de los pacíficos.

A raíz de esta alarma ha aumentado el transporte de agua en pimpinas de Valledupar hacia La Paz, carros de pasajeros repletos de canecas que son comercializadas entre 500 y 1.500 pesos. El dulce sabor del agua del río Guatapurí es apetecido ante el sabor salobre que llega a los grifos luego de la captación del acueducto de La Paz, en el río Chiríamo. Esta situación genera otro problema, puesto que el acueducto de Valledupar está abasteciendo a los habitantes de la ciudad y a los de municipios como La Paz, Bosconia, El Paso, entre or otros. En días pasados el gerente de Emdupar, José María Gutiérrez, en las páginas de este medio denunció que mucha del agua que es llevada a otras poblaciones es obtenida de manera irregular, afectando las finanzas de la empresa vallenata.

Así las cosas, urge conocer el foco del virus para que la comunidad de La Paz no siga en la incertidumbre. Consideramos que debe ser esta la coyuntura para que se gestionen las inversiones necesarias para mejorar el proceso de potabilización del agua en la planta de tratamiento de Empaz, porque el problema de la calidad del preciado líquido es de vieja data y el temor de los usuarios para consumirlo se ha agudizado con los casos de hepatitis que empezaron a presentarse desde hace tres semanas.

Pese al parte de tranquilidad que promueven las autoridades locales con las actividades de atención y prevención con vacunación, al miedo que genera el brote de hepatitis A ha disparado el tráfico de pimpinas en el pueblo, pero ya no con gasolina de contrabando sino con agua de Valledupar.

Para concluir, señalamos que en los próximos días en La Paz se inaugurarán las obras del Plan Centro, que con una inversión de más de 6 mil millones de pesos le dará una mejor la cara al municipio. No obstante, siguen los retorcijones en la comunidad porque aunque esas obras son importantes consideran que no se priorizan inversiones en la infraestructura para el saneamiento básico.

Categories: Editorial
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