Al fin llegó el 2019 y…a ponerle buena cara. Hoy retomo mi columna después de unas cortas vacaciones con mi familia.
Comenzaré por decir que la llegada de un nuevo año es, para una gran proporción de seres humanos, mucho más que el simple paso de las hojas del calendario. Esta época es, a la vez, motivo de renovación y esperanza, de buenos propósitos y deseos de cambio, siempre con el anhelo de que el futuro que empieza sea mejor que el pasado que viene de terminar.
En este contexto, deben entenderse las celebraciones que, en el seno de muchos hogares vallenatos, le dieron la bienvenida al 2019. Los abrazos de familiares y amigos, los deseos de buena ventura, los gritos de júbilo que acompañaron el brindis, música y baile no tuvieron otro telón de fondo que la voluntad de que nos vaya bien.
Tales expresiones, sin embargo, deben pasar por el matiz de la realidad. Cuando la fiesta concluye y el retorno a las ocupaciones cotidianas se imponen, es menester recordar que ninguna meta importante se logra a menos que se trabaje por conseguirla y esta apreciación sí que es válida cuando se mira el camino que tenemos al frente en estos meses que comenzaron hace pocos días.
Sin embargo, para otros pasar de un año a otro no significó nada nuevo, para ellos las estrellas brillarán igual, los políticos seguirán engañando a las gentes, la corruptela seguirá igual, algunos funcionarios seguirán robando, los mototaxistas haciéndonos sufrir, seguiremos pagando impuestos, la gente seguirá criticando a nuestro presidente Duque, la usura no se acabará, algunos abogados vagabundos seguirán enriqueciéndose, el sol y la luna tendrán las mismas características, las tertulias donde El Turco Pavajeau seguirán igual y de pronto en aumento por el año político; pero en el fondo nada va a cambiar: la lucha entre el bien y el mal mantendrán las mismas características. Algunos jueces seguirán soltando a los políticos (no se acaba la mermelada carajo).
A partir del lunes 14, ahora sí, se normalizará todo. Se reanudarán las actividades a medias. Volveremos a las preocupaciones de la vida diaria para los padres de familia, los trabajadores, los agricultores y ganaderos, los desempleados, entre otros.
El regreso a la realidad traerá algunas sorpresas: unas desagradables; otras positivas.
Pero a pesar de todo, hay que tener confianza en que vendrán mejores tiempos. Tenemos un presidente Iván Duque con buenas intenciones, un gobernador Franco Ovalle, serio, trabajador, honesto y un alcalde Augusto Daniel Ramírez Uhía con grandes deseos de trabajar por su Valledupar y corregimientos, y quienes se están jugando su propio prestigio y un gran coronel de la Policía Mauricio Pedraza que lucha por darnos seguridad.
Volvemos a la realidad. Seamos audaces, rompamos esquemas, desafiemos convencionalismos y demostraremos al Cesar de lo que somos capaces si nos proponemos.
Por: Alberto Herazo