Que ha sabido de lo que no se sabe. Fui creado por el amor, es de suponer que conozco el odio, los testimonios de un engaño y los rincones del rencor.
El universo tiene un extraño misterio de avanzar rectilíneo en círculos, al árbol caído lo (hacen) vuelven leña, no le echo flores al burro porque se las come, no le crean son cucarachas del mismo calabazo. Un día duro para el gallero, al levantarse su mujer le pregunta:
-Bayunca el agua se fue o la cortaron.
-Con esa cantaleta de campana quien no se va, hasta yo me voy… y se fue.
Agarra dos jaulas pequeñas, con sus canarios trinadores, toma uno en cada mano, no camina tanto cuando una joven entusiasta, le pregunta:
-¿Señor, son canarios?
Exclama: -No, son dos goleros, catanejas las que llevo en mis manos.
La juventud es intrépida, atrevida a veces arrogante. Dos hermanos, buscan la manera de burlarse del sesentón, le hacen bromas, uno le grita, el más listo:
-Bayunca te busca la Fiscalía de la nación, palo muerto, cargas un difunto entre piernas y deben hacerle levantamiento al cadáver, para protocolizar el acta de defunción.
Recursivo y sin ofuscarse, para él también tiene argumento y le responde:
-Mira, tanto hablar con tu mamá que deberíamos tener eso en secreto de confesión, que no debería salir de nuestra alcoba que fuera discreta, prudente nadie tenía porque saberlo, si encargue a los pianos, un zorro chuco a Guacoche, para solucionar mí problema de impotencia, y mira… ya ustedes lo están regando por las calles a los cuatro vientos.
El menor de los hermanos se enoja, no le gusta lo que escucha, y le grita:
-Se lo voy a decir a mi papá lo que estás diciendo de mi mamá.
Y le responde: -Tráeme a ese taponcito de alberca a ver cómo le va.
Nojoñe, por fin llega al coliseo gallístico Miguel Yaneth, de la ciudad de Valledupar, él es muy conocido en esos círculos, son su coro, unos amigos le entregan un gallo vistoso pata de cebo pico de cebo, que no define colores, ni es blanco, no es negro, ni giro, tampoco jabao, no es gallino, ni chino, concha de coco, tampoco; conocedor de estas lides se le va la liebre, para que lo pesara, casara, calzara y les ayudara a recoger entre amigos el billete, con un inconveniente que pasó por alto, cuando la pluma es así, confunden hipódromo con gallera, el pasó ese punto por alto, tan pronto le pegan por la cara salen corriendo, en efecto así fue, corría y corría.
Los jueces pusieron el reloj de arena, a la vez le gritaba la multitud:
-Bayunca para el gallo pa’ que pele, sabiendo que no lo podía hacer, y el responde entre disgustos, no es mío, ni con viagra paro ese gallo, no va a pelear más, tener que pensar que sin plata se saca, devuelta a la campana tenía que escuchar y soportar.
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Por Deovides Munive Churio