El título de este escrito es nada menos el eslogan que hemos escogido en la Fundación Festival de Canciones Samuel Martínez para la versión 32 del festival que se realiza en el corregimiento de La Loma, municipio de El Paso, Cesar, este año del 12 al 15 de julio, y no es solo un eslogan, es también el propósito fundamental que nos hemos trazado.
En mi condición de presidente actual de este evento he recibido ya innumerables llamadas en las que algunos músicos aspirantes a participar preguntan, plantean inquietudes y hasta hacen insinuaciones non santas con las que sin duda buscan conocer si hay un terreno abonado para realizar ofertas de dádivas y sobornos, lo cual ya se volvió una costumbre en casi todos los festivales vallenatos que se realizan en Colombia.
No existe el más mínimo pudor entre los actores principales y hasta secundarios de estos eventos, para ofrecer o solicitar porcentajes o tarifas fijas de los premios a cambio de garantizar ser el ganador o por lo menos de asegurar un puesto en el pódium.
Es vox populi en el medio, que en muchos festivales varios días antes de comenzar se les conoce ya quienes serán sus ganadores y hay casos en los que se sabe también quiénes ocuparán los segundos y terceros lugares y uno se pregunta: ¿qué van a hacer los demás?
Es exactamente igual lo que pasa en los concursos para acceder a cargos públicos de la tal meritocracia, se inscriben una cantidad de profesionales con maestrías y hasta doctorados a sabiendas de que el elegido ya tiene nombre y que solo falta legalizar “el torcido”.
Estas son algunas de las medidas que estaremos implementando en la versión 32 del Festival de Canciones Samuel Martínez para cumplir con el fin de rescatar la pérdida y tan anhelada transparencia en estos concursos:
Estamos seleccionando y reclutando personas con reconocida reputación moral para que sean los miembros del jurado, no tendrán la mínima opción de ser nombrados jurados aquellos que tienen ya una mala fama en los festivales.
Hemos nombrado un coordinador de transparencia, que se encargará de dirigir un equipo de veedores encargados de respirarle en la nuca a los mercaderes de la corrupción en los festivales.
Luego de seleccionados los miembros del jurado haremos sorteos en tarima para escoger los de cada categoría y modalidad, una vez sorteados, una persona se encarga de conducirlos de inmediato a su cubículo separado entre ellos, en el que calificará y entregará su resultado públicamente, que en tiempo real aparecerá en una pantalla gigante instalada en la tarima.
Es decir, que ninguna otra persona distinta al jurado tendrá la más mínima opción de modificar una planilla o un resultado, porque tanto los participantes como el público en general conocerán los fallos en tiempo real a su calificación.
Antes de cada concurso la comunidad del festival firmaremos un acta de transparencia, en la que, entre otras cosas, quedará establecido que los firmantes se comprometen a denunciar públicamente y ante las autoridades competentes cualquier acto delictivo del que tengan conocimiento.
Colofón: De esta manera que en la versión 32 del Festival de Canciones Samuel Martínez de La Loma, Cesar, somos el primer festival vallenato en Colombia que de manera clara tomamos medidas para contrarrestar uno de los peores males que viene atacando a la principal herramienta de nuestro patrimonio inmaterial cultural para protegerse y preservarse: los festivales.
Por: Jorge Naín Ruiz