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Resabios del Festival

La versión número 47 del Festival de la Leyenda Vallenata no estuvo exenta de controversias; el Gobernador y el Alcalde no evitaron el protagonismo, contrapuntearon al mejor estilo de la piqueria, organizar una fiesta fue el tema central y Carlos Vives sirvió de jurado para arbitrar este duelo.

Desde el año 2007 el Doctor Evelio Daza comparece como contrincante de la Fundación, increpando con los herederos de la Cacica Consuelo Araujo, en relación con la rendición de cuentas, el origen de los recursos para la construcción del Parque de la Leyenda, y porque a su modo de ver han privatizado intangibles culturales. No son subjetivas las consideraciones del jurisconsulto, sin embargo, no se puede soslayar que el proceso de desarrollo de nuestro folclor en sus albores fue difícil y pedregoso, sorteado gracias al talento de nuestros intérpretes, y naturalmente al enfoque empresarial de la Fundación.

La música vallenata ha surcado terrenos inexpugnables para posicionarse como identidad musical y cultural del país en el mundo, por ello, es improcedente desestimar las posiciones constructivas y objetivas, ni el principio de la mejora continua, nos asiste el deber de protegerla, porque la música vallenata es un patrimonio cultural de la ciudadanía colombiana.

El Festival de la Leyenda Vallenata es el escenario idóneo para que la ciudad de valledupar luzca sus mejores galas, porque acordeón, caja y guacharaca traslada a la ciudad de los Santos Reyes. De esta manera se colige la necesidad de construir ciudad y ciudadanía, es decir, infraestructura, organización territorial y cultura ciudadana.

El balance de la versión número 47 del festival tiene saldos positivos para la fundación, sin embargo, es perentorio implementar acciones correctivas en la organización del desfile de las piloneras, la venta de la boletería para controlar la reventa, la selección de los artistas internacionales, mejorar la iluminación del entorno y entrada al parque y rediseñar la programación de las actividades para que el pueblo pueda asistir a alguna de ellas.

En contraste para la ciudad el rasero es diferente, porque los problemas cotidianos se evidenciaron con mayor expresión. No es con actos de magia como la administración municipal puede cambiar la realidad de la ciudad, sino mediante la planeación y la ejecución.

El desarrollo del festival desnuda las debilidades en cuanto a movilidad, infraestructura vial y transporte, en especial, para la entrada al parque. Nuestra fiesta insigne es una oportunidad de negocio para todos, no una ocasión para los abusos, señores taxistas de valledupar no hagan su agosto en abril, en el mismo sentido, el llamado es para los vendedores ambulantes, deslucen con la venta de comida en adoquines y durante el trayecto del desfile de piloneras, además, sin ningún control higiénico; en lo sucesivo hay que evitar la instalación de cambuches, asimismo, el rebusque exagerado por el alquiler de una silla.

Estas consideraciones surgen por los comentarios que recibí de amigos de la capital del país; a veces, la persuasión es ineficiente ante la experiencia, sin embargo, estoy convencido que Valledupar y su gente es mucho más que las primeras impresiones.

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