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Réquiem por la guerra

La paz es un derecho fundamental, así lo dice el Artículo 22 de la Constitución; creo que este fue el pivote alrededor del cual giró el fallo de la Corte Constitucional para aprobar el plebiscito. Uno no se explica por qué el Procurador, que representa a la Nación, no al Estado, y el CD que representa a un expresidente de la República, quieran pasarse por la faja este principio básico de la Carta Magna.

Esto es jugar al patricidio con la sangre de nuestros campesinos y pobres de la ciudad que son los que empuñan las armas por una causa que no es la de ellos. Miles de muertos y millones de desplazados por una guerra fratricida de más de medio siglo, dos generaciones, que se inventaron unos pocos señores gamonales y feudales encomenderos, con el respaldo cómplice de algunos sectores de la institucionalidad.

Después de más de cinco años de incertidumbre en La Habana vemos ya, una luz al final del túnel; este ha sido un periodo de mentiras y desinformaciones por parte de los apátridas que viven de la guerra, que ya sabemos, no son ni Piedad Córdoba ni Gustavo Petro. Por este fallo imprescindible de la Corte ya hoy podemos celebrar una misa de réquiem por una difunta apellidada “guerra” de la que han vivido muchos vampiros y catartiformes, sembrando de terror, muerte y desolación los campos y las ciudades.

El plebiscito aprobado pondrá a prueba el grado de alienación y neurosis de los colombianos cuyos niveles de emoción han sido alterados por la publicidad gris de los mensajeros de la guerra, hasta hacerles creer que esta es el estado natural de las cosas. Es deprimente escuchar a jóvenes, que desconocen la historia de este país, hablar de la confianza inversionista, una frase de cliché lapidada en sus cerebros, sin darse cuenta que esta no es más que haber concesionado gran parte del país para la explotación minera hasta en los páramos.

La verdad es que a este país hay que reconstruirlo, a ningún gobierno en 200 años de vida republicana se le puede dar el mérito de eximio patriota por grande que sea su cementerio, ni por el número de santos que venere, ni por el número de comuniones semanales que reciba. Y esta es una buena oportunidad para hacerlo con la Constitución y las leyes en la mano.

Si queremos que después del réquiem haya paz, hay que actuar, necesitamos un hombre nuevo y un líder que conduzca los procesos de equidad, no importa que color tenga su insignia, lo que interesa es su altruismo y su pulcritud, su apertura a un nuevo país. Tenemos un pueblo grandioso, nos falta quien lo conduzca.

Ya la Corte hizo su trabajo, ahora nos corresponde a nosotros empoderar esa decisión, el SI al plebiscito, ayudemos a cambiar las balas por votos. A los que reclaman cárcel para los dirigentes de las Farc hay que recordarles que ninguno de los mentores del exterminio de los cinco mil miembros de la UP y de otras organizaciones contestatarias no hay ninguno preso y estuvieron en el Congreso de la República y en otras altas dignidades del Estado. El rasero debe ser el mismo.

nadarpe@gmail.com

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