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Repetidos reclamos de padres de familia

EL TINAJERO

Por: José Atuesta Mindiola

Al finalizar el período escolar  se ha vuelto costumbre ver en los colegios algunos  padres de familia,  que durante el año casi nunca se presentaron a recibir los informes académicos ni atendieron las citaciones de reuniones para firmar los compromisos de las actividades de mejoramiento y tomar los correctivos disciplinarios y comportamentales de sus hijos;  ahora llegan a abogar para que se les revisen las bajas notas y sean promovidos al grado siguiente, y en ocasiones traen como padrinos al Director del Núcleo u otra autoridad de la Secretaría de Educación.  
 
En estos  escenarios,  toda la responsabilidad recae sobre el docente y la institución. Los padres argumentan miles excusas: que el hijo si hace las tareas, que llega todos los días al colegio, que es respetuoso y acata las normas del Manual de Convivencia. Estos reclamos los complementa el Director del Núcleo que empieza a pedir actas firmadas y  otros documentos de evidencias de planes de mejoramiento, de actividades de recuperación y de estrategias motivantes de autoestima, de planillas de clases, sí en esos días hubo jornada sindical o acto cultural o deportivo que no le permitió al estudiante la oportunidad de superar sus dificultades cognitivas integrales. Y la situación es más patética, cuando el hijo cursa el último grado y por razones de bajo rendimiento académico reprueba  o queda aplazado y no puede asistir a la ceremonia de graduación.
Estos reclamos que no son nuevos en nuestro medio escolar; pero se vienen incrementando desde el 2002, cuando el Ministerio de Educación Nacional, cimentado en el criterio de que la “repitencia” escolar es  percibida como un castigo que afecta la autoestima y aumenta la deserción estudiantil,  expide el decreto 230 que establece el 95% como el promedio mínimo que los estudiantes deben ser promovido al siguiente grado escolar. O en otras palabras, que la “repitencia” debe ser  excepcional y no debe ser superior al 5%. Ejemplo, en un colegio de 500 estudiantes, no pueden perder el año más del 25 (el 5%).  Hubo casos en que estudiantes con cinco o seis áreas perdidas ganaban el grado, para que el colegio pudieran cumplir la norma del  5%. En el 2009 el MEN(Ministerio de Educación Nacional), expide el decreto 1290, que le da cierta autonomía condicionada a los colegios para establecer nuevos porcentajes de “repitencia”; pero el SIMAT, el Sistema Integrado de Matriculado determina criterios de permanencia y muchos colegios continúan con el 5% y otros ligeramente lo han aumentado. El eco del decreto 230 todavía se percibe en el 1290 y crea facilismo en muchos estudiantes,  y  especial en aquellos que reciben el respaldo de los padres de familia para ganar el año con poco esfuerzo y trabajo.   
 
Para estos padres que ciegamente defiende a sus hijos estudiantes es importante recordarles que la  familia es el núcleo básico de la educación. De ahí estos dos aforismos: 1. La educación es un proceso permanente desde la cuna a la tumba.  2. Educa bien al niño para que no haya necesidad de castigar al hombre.  
 
Colofón: La función del docente es orientar el desarrollo del proyecto ético del estudiante y brindar los conocimientos básicos de los estándares establecidos por el MEN. La felicidad del docente es que todos los estudiantes aprueben con responsabilidad su área de enseñanza.  
JOSE  ATUESTA MINDIOLA

Categories: Columnista
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