Por: José Félix Lafaurie Rivera*
Cuando Juan Camilo Restrepo asumió como Ministro de Agricultura, hubo consenso sobre su idoneidad. Él mismo se comprometió a revertir el drama del sector. No obstante, la “revolución agraria” no llegó. En su lugar, echó raíces el inconformismo entre los subsectores productivos, tras una ineficiente gestión que incluso reprobó la Contraloría General.
Lejos del hombre de Estado que conocimos, impuso un tono político contestatario y personalista que lo llevó a trabajar a espaldas del campo, productores y gremios. Con todo respeto, creo que su dimisión, puede contribuir a retomar la extensa agenda de asuntos rurales sin resolver y corregir el gasto público sectorial.
Nos quedamos esperando una política integral de desarrollo rural y decisiones de asignación del gasto fiscal, que arroparan los intereses más amplios del campo. Pero centró su atención, como él reconoció, en la restitución de tierras y en atender las demandas de la guerrilla en La Habana. Se entiende por qué los demás rubros de inversión quedaron en la trastienda.
Aunque nunca habíamos tenido presupuestos tan abultados –$1.6 billones a 2013, 31% más que en 2010–, no llegaron al productor. No se solucionó la desarticulación de cadenas o las distorsiones de mercado por la desprotección cambiaria, los bajos precios y los elevados costos de producción.
En gestión fitosanitaria las normas quedaron en papel, el control al contrabando de alimentos o animales no funcionó –aunque a través de la prensa hizo creer que la responsabilidad era de otros– y la movilización interna de ganado retrocedió una década. Tampoco estuvo en su mira, la ruina que se avecina para los productores lácteos, por efectos del TLC-UE. El Conpes lácteo apenas recibió $42 mil millones en 3 años, para atender a más de 300 mil ganaderos.
No extraña, entonces, que en la auditoría realizada por la CGR, el Ministerio recibiera una calificación desfavorable –sólo 43 puntos de 100– y que su gestión financiera fuera catalogada como ineficiente. Más aún, su cuenta no feneció. Se registraron 60 hallazgos con posible alcance administrativo, 1 penal, 6 disciplinarios y 5 fiscales. Lo que me lleva a recordar sus injuriosas denuncias contra Fedegán, con base en un informe preliminar de una auditoría privada, cuando la Contraloría había fenecido la cuenta del Fondo Nacional de Ganado, calificando su gestión con 82 puntos.
El balance no es bueno. Un fracaso asociado al nulo diálogo con los gremios de la producción. En nuestro caso, cazó rencillas por no estar Fedegan en la misma orilla ideológica de la defensa de los diálogos con narcoterroristas. Cerramos el capítulo, a la espera de que el nuevo Ministro habilite canales expeditos, para reconciliar a los productores con la gestión de esa cartera. Vamos a necesitarlo, para evitar que se profundice la deuda con el país rural por cuenta de los diálogos en Cuba, que pronto destaparán sus cartas en el primer punto de la agenda.