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Remembranzas

Dice el refrán popular que “todo tiempo pasado fue mejor”. Hasta una canción nos indica eso y además nos invita a la nostalgia de vivir deseando esos tiempos pasados.

Abrazados a mágicos momentos, que hoy añoramos y que ayer, en ese presente, pasaron desapercibidos.

“Viejo Valledupar si te volviera a ver, como tú fuiste ayer… típico y colonial. Casitas de bahareques con sus palmas caladas, hojas de cal y canto y sus tejas coloradas” Remenbranzas de un viejo Valledupar que añoramos todos. Pocos barrios, muy poca gente, los de aquí y los foráneos que no eran muchos.

Hoy hay más barrios de los debido; los de aquí comenzamos a ser pocos y los de afuera muchos. Vivíamos sabroso sin tanta gente, todo era magnífico, ahora nos dividimos entre los poquitos que queremos al Valle y los muchos que lo tratan con desconsideración; tenemos un glorioso, impetuoso y delicioso río Guatapurí al que muchos le guardaban un respeto merecido, sin embargo hoy las casas campo y los arroceros le sacan tanta agua que lo tienen macilento.

En verano parece un famélico riachuelo. La suerte parecía no acabar nunca, los foráneos allegados a nuestra tierra venían a producir y hacer producir la tierra. Aquí ya estoy nostálgico, invitado por el deseo a vivir creyendo que lo de ayer era mejor.

El sábado pasado, me reuní con Óscar Guillermo Luquez, el comandante Luquez, añorado hoy en el Cuerpo de Bomberos de Valledupar, con nosotros estaba Julio Calvo, el hombre de cromañón, así lo bautizamos en esas épicas jornadas académicas y de talleres; ellos fueron mis compañeros de estudio ayer; hoy siguen siendo mis amigos porque la vida indica que en el ocaso de ella, no hay nada mejor que los amigos para hacerla llevadera.

Óscar, Julio y yo, nos sentamos alrededor de unos Whiskys bien conversados, aclaro que Julio no toma hace más de 17 años, pero fue juicioso en la remembranza, habló bastante el hombre vea. Recordábamos por ejemplo, desde el año 1977 finales de una gloriosa década económica para el departamento del Cesar, lleno de una mocedad exquisita.

Disfrutando de la bonanza algodonero y la alegría de una tierra fértil por donde se le mirara. Cerramos nuestros estudios secundarios en el año 82. Inicio de una década que nos prometía un futuro promisorio a todos. La idea de ésta reunión es organizar un tercer encuentro de los egresados del Instpecam 1982.

Y recordamos anécdotas de la salida de Víctor Meza Bornachera de la rectoría, de Guido Suárez, de Saballeth y sus peleas; de Elger Calderón, del famoso Cepillin, Blas Castro, el gato de Urueta, el pepinazo que alguien le recostó al coordinador Delwin Jiménez en esa inolvidable batalla de pepinos que comenzamos nosotros los de cuarto y terminó siendo de todo el colegio en la jornada de la tarde.

Recordamos a William Navarro y la bicicleta de carga de doble parrilla que nos servía para transportarnos de un lado a otro en actividades etílicas; la famosa Chopper de Freddy Escalante. A Carlos Brochero tirando la bicicleta desde el puente de Hurtado, a Epimelio Mejia; a Blue Demón, a David Hernández y Ermelis Galván siempre disputando primer y segundo puesto, Jairo Berdugo y Beto Guerra; recordamos a Hermogenes Chacón y la Alvernia en Pueblo Bello.

La negra Nelcy Rincones, Toño Pinto, Edgardo Peralta, Nilson Ramos, Montesino, Navarro, Rodriguez; Añez el Negro y el Blanco, a Galesky Felipe Argote, a Alcides masca chicle, Felix Ferreira, Galvis; Hugo González “el cachaco negro”.

Hay muchos nombres más que necesitaría otra columna para citarlos a todos.

Por ahora quiero decirle a esos compañeros, que la vida se va y luego todo es recuerdo y nostalgia, ya el tiempo que queda para eso es poco, de tal manera que vamos a reunirnos más y a disfrutar de todas estas remembranzas, siempre habrá una historia para recordar y un amigo que extrañar. Sólo Eso.

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Eduardo Santos Ortega Vergara: