Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young, son tres científicos de prestigiosas universidades estadounidenses que han descubierto importantes componentes moleculares genéticos que controlan el ritmo circadiano, nuestro reloj biológico interno. Ellos el próximo 10 de diciembre recibirán en Estocolmo, la capital de Suecia, el premio Nobel de Medicina 2017, encomiado reconocimiento otorgado anualmente por la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska, que es una institución universitaria para el estudio de la carrera médica que desde su fundación en 1810 ha sobresalido por su alta academia y actualmente ostenta la honorable distinción de estar calificada como de las mejores de Europa, lo cual es digno de resaltar.
El hallazgo de estos tres acreditados investigadores es un aporte valioso en el avance del conocimiento humano que, sin duda alguna, le da respuesta concreta al porqué del ciclo circadiano de los elementos biológicos, especialmente de los humanos, para quienes por miles de años fue una incógnita difícil de entender y averiguar.
Los ganadores del premio Nobel de Medicina 2017, en sus estudios continuos del reloj biológico descubrieron una proteína denominada PER, cuya producción es comandada por un gen del genoma humano, similar al genoma de las moscas Drosophila Melanogaster, en las cuales estos científicos han centralizado sus investigaciones durante más de 30 años, porque su genotipo también es parecido al de las otras especies vivientes.
La importancia de las PER radica en que sus niveles oscilan durante un ciclo de 24 horas, aumentando en la noche y disminuyendo en las horas diurnas, entre más iluminado el día, menor concentración de la PER. Por esta razón, el mecanismo de los relojes biológicos de los organismos multicelulares, incluyendo los humanos, es casi idéntico. La variación de los niveles de la PER es una de las causas porque hay noctámbulos, incluso algunas plantas.
Lo fantástico del descubrimiento de estos tres científicos es que han descubierto otros genes y moléculas que interactúan; es decir, trabajan juntas para que funcione el ritmo circadiano. Por ejemplo, Michael Young en la Universidad Rockefeller descubrió el gen llamado timeless (atemporal) que produce la proteína TIM, que se encarga de llevar a la PER a desactivar el ciclo nocturno. Además identificó otro gen conocido como tiempo doble, que produce la proteína DBT, que retrasa la acumulación de PER.
En realidad, es mucho lo que falta por conocer en el funcionamiento del reloj biológico interno de los humanos. Sin embargo, considero que con estos hallazgos ya se iniciarán los tratamientos para cambiar el reloj biológico que influye en nuestros comportamientos por niveles hormonales, la temperatura y el metabolismo corporal.
Lo importante es que más científicos se involucren en el estudio de conocer las causas del ritmo circadiano para disminuir alteraciones que afectan la memoria, generan desordenes del sueño y aumentan el riesgo de enfermedades, tales como la diabetes tipo 2, cáncer, cardiovasculares y depresión, entre otras.
Por José Romero Churio