Frecuentemente se consulta sobre las relaciones de pareja, donde uno de los dos está sometido, es dependiente económica y psicológicamente del otro y es humillado, maltratado y con frecuencia engañado; a pesar de ello la persona no puede dejar esa relación. ¿Por qué ocurre esto?
En la mayoría de casos encontramos: hay historia familiar de abandono o negligencia por parte de la madre, el padre o ambos, son personas que no recibieron afecto y cariño de sus cuidadores o progenitores, incluso ante eventos graves como el abuso sexual.
Esto produce un efecto de desesperanza y baja autoestima en el menor que no puede identificarse ni empatizar jamás con la figura materna o paterna. Para llenar el vació intenta repetir su pasado a través de relaciones con otros que tengan las mismas características que sus padres, quedando dependiente de personas negligentes, incapaces de dar afecto y amar.
El abusador le dará lo mismo que la víctima recibió de sus padres o cuidadores, generando un círculo donde recibe para luego ser maltratado o abandonado, ciclo que se repite numerosas veces. Ante el abandono psicológico y afectivo, el menor intenta reponerse, pero al ser continuo, aumenta la angustia, más aun si al abandono se suma el abuso.
La frustración al desamparo y la rabia que produce su situación, conducen a buscar un mecanismo para manejar el dolor proveniente de las relaciones con los adultos; esto puede tomar varias formas en la personalidad, como explica Summit hablando de niñas abusadas: “Para la niña esto a menudo conduce a la auto-destrucción y el reforzamiento del odio a sí misma; típicas son la auto-mutilación, la conducta suicida, la actividad sexual promiscua y las huidas del hogar repetidas. Ella puede aprender a explotar al padre por favores, privilegios y recompensas materiales, reforzando su auto-castigada imagen como “prostituta” en el proceso.
Ella puede pelear con sus padres, pero probablemente su mayor ira se focaliza sobre su madre, a quien culpa por abandonarla a su padre. Supone que su madre debe saber del abuso sexual, y que es demasiado descariñada o muy poco afectiva para intervenir. Por último, la niña tiende a creer que ella está tan intrínsecamente podrida que nunca ha sido digna de cariño. El fracaso del vínculo madre-hija refuerza la desconfianza de la jovencita hacia sí misma como una mujer, y la hace completamente dependiente de la patética esperanza de ganar aceptación y protección con un hombre abusivo”. (1)
Revisar qué otros mecanismos en el adulto sostienen tal situación será asunto de otro artículo. Buscar ayuda cuando se presentan síntomas es lo indicado.
(1) Summit, R. C (1983). Síndrome de acomodación al abuso sexual infantil. Child Abuse & Neglect, 7, 177-193