Por Ciro Castro Castro.
Cuando se trata de alimentar a una población creciente en tiempos de conflictos y cambios, se necesita construir un futuro sostenible con un modelo de la granja a la mesa.
Alimentar a los habitantes del Cesar para el 2030, será un desafío, sobre todo teniendo en cuenta que hoy el 10% de su población ya pasa hambre y que alrededor del 30% esta desnutrido, para lograr el hambre cero como se establece en el objetivo de desarrollo sostenible ODS, de las Naciones Unidas, ese mismo año tendremos que alimentar un 30% superior a la población actual y brindar nutrición a un 20% más, todo eso mientras los conflictos y el cambio climático amenazan la viabilidad de vastas áreas de tierra cultivable.
La experiencia ha demostrado que el problema del hambre no puede resolverse mediante una agricultura más intensiva, ya que tales prácticas en realidad empeoran las cosas con efectos desastrosos sobre la biodiversidad ya menguada por el efecto del monocultivo y otras formas de mal uso del suelo que tienen en riesgo de desertificación a más de 500 mil hectáreas.
Nosotros estando en el trópico debemos aprovechar nuestras ventajas comparativas de luz solar todo el año y el eficaz aprovechamiento de nuestras fuentes hídricas, no solo fluviales, sino también subterráneas, se deben formular recomendaciones concretas en un dialogo amplio del Gobierno departamental y los gremios productores en una colaboración abierta explorando todas las acciones en la lucha contra el hambre.
En el 2005, la FAO y el Banco Mundial, lo advirtieron, solo quedan 1550 metros cuadrados a cada persona para la soberanía alimentaria. Hagamos nuestra granja, trabajemos en el ahora pensando en el futuro, pero basados en un nuevo modelo que implica ir acorde al cambio climático que nos obliga a hacer un análisis de lo que fue y debe hacerse, porque debemos establecer si o si una agricultura amigable con el medio ambiente, y regenerativa del suelo, así mismo una ganadería reglamentada dentro de un sistema silvopastoril rotativo, la protección de nuestros numerosos ríos debe ser prioritaria creando un plan de ordenamiento territorial que incluya en todos los presupuestos, departamental y municipales, recursos que permitan su recuperación, estamos obligados con la tierra, de ella dependemos, entonces seamos proactivos aprovechando nuestras fortalezas porque tenemos el compromiso social de implementar acciones de mitigación para frenar lo que se ve venir y es por eso que necesitamos reflexionar por el pasado reciente de malas prácticas en el sector agroambiental y la mejor celebración que podemos hacer en nuestro día es seguir luchando unidos con todos los actores de la sociedad civil para lograr la recuperación de la tierra dentro de un desarrollo humano sostenible.