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Regalías: a darnos la pela

Por: Raúl Bermúdez Márquez

Dos entrevistas publicadas en EL ESPECTADOR de ayer jueves, son lo suficientemente ilustrativas acerca de lo que se cuece detrás del proyecto de Acto Legislativo 013 que reforma el sistema de distribución de las regalías mineras: la del Ministro de Minas y Energía, Carlos Rodado Noriega, y la del gobernador del Cesar, Cristian Moreno Panezo.
El primero fue claro en que “no somos un país petrolero, pero sí somos un país minero. Yo me atrevería a decir que nuestra potencialidad minera y nuestra realidad minera puede ser mucho más significativa que nuestra realidad de hidrocarburos, en el contexto universal”. Y lo fundamenta en cifras. Colombia posee el 45% del potencial de carbón térmico de América Latina, con 7000 millones de toneladas medidas, que a la tasa actual garantizan más de 100 años de explotación. Además de eso, disponemos de oro, plata, platino y níquel, metal este último en el que somos el séptimo productor mundial. Es decir, lo que existe con los recursos mineros sólidos son certezas a largo plazo, y por tanto ofrecen una base fuerte de planificación económica, también a largo plazo. En cambio, -y en un escenario optimista-, las reservas de petróleo alcanzan para 10 años más de autosuficiencia y las de gas hasta el 2017.  Por eso, a quienes más afecta en sus finanzas el nuevo proyecto de regalías es a los Departamentos que conforman la Región Caribe, que sostienen la producción nacional de carbón y níquel, y aportan sustancialmente a la de oro. El gobierno Santos, conocedor como el que más de esa realidad, sabe perfectamente que una manera salomónica de reversar la tendencia deficitaria a nivel fiscal que hereda del anterior gobierno (más de 4 puntos del PIB), -sin tocar a los intocables y sin decretar nuevos impuestos-, es teniendo la posibilidad de administrar, de aquí en adelante, una fuente de recursos segura, como son las regalías mineras.
De allí la iniciativa de crear el Fondo de Competitividad Regional que sin aportar un solo peso lo administraría como plata de su bolsillo, dado que no formaría parte del presupuesto general de la nación. Como afirma Amilkar Acosta, en uno de sus escritos recientes, los departamentos y municipios productores, pasarán de administradores a mendigos de las regalías. Y todo se justifica con el manido argumento del manejo irregular y corrupto que le han dado muchos alcaldes y otros funcionarios al tema. Confundiendo, de manera premeditada, “el caldo con las tajá”, como decían nuestras  abuelas. O tratando de pasar por desapercibido el hecho,  como apunta en su entrevista el gobernador del Cesar, de que “no es la fuente lo que decide si un recurso es bueno o malo, sino la actitud del funcionario que lo ejecuta, lo mismo que quien tiene el deber y la responsabilidad de ejercer control”. Y lo grave para los cesarenses de ese intento centralizador en extremo, -y por tanto, inconstitucional-, como también lo señala Cristian Moreno en la entrevista, es que en el Cesar actual, el peso específico de los recursos de regalías asciende al 85% del presupuesto departamental.
Así que no es un “cuento chino”: de pasar el nuevo engendro se verían afectados de manera directa, los sectores de la salud, la educación y el saneamiento básico de la población más vulnerable.  El camino no es otro, entonces, sino el de darnos la pela por nuestros derechos.
La conformación del Comité Cívico en Defensa de las Regalías ocurrida el sábado 9 de octubre pasado en Valledupar, donde confluyeron prácticamente todos los sectores representativos de las fuerzas gremiales, gubernamentales y sociales de la región, merece de todos los cesarenses el hálito y el impulso necesario, para evitar que la criatura en gestación en el Congreso, encuentre las condiciones para venir al mundo. Nuestros parlamentarios, que son cinco y suman, tienen también la palabra.
La camisa de fuerza de la votación por bancadas, si ese fuere el caso, tiene alternativa: la objeción de conciencia. Porque, en verdad, nadie cree que en sus conciencias, alberguen la posibilidad de votar en contra de los intereses del pueblo que los ungió con su confianza. Sería un suicidio político.
raubermar@yahoo.com

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