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Reflexiones sobre los mensajes del Presidente Juan Manuel Santos (1)

La tarde del pasado 7 de agosto, cuando asumió como Presidente de la República de Colombia, a Juan Manuel Santos Calderón, se le cumplía un sueño cultivado hace muchos años, madurado lentamente y fríamente calculado por el ciudadano en mención, hoy primer mandatario de los colombianos.  Desde hacía varios lustros, el ambicioso economista Santos Calderón, quien tenía su camino predestinado como director del diario EL TIEMPO, en remplazo de su tío Hernando Santos Castillo, al frente de la publicación más influyente del país, decidió apartarse de los postulados de su tío abuelo, Eduardo Santos, para cambiar el reflexivo mundo del periodismo económico, su fuerte, por el azaroso mundo de la política. Esa fue su primera gran apuesta.
Esa tarde, entre lluviosa y soleada, híbrida como el traidor clima de la capital de la república, Santos Calderón, apostador, experto jugador de póker, sabía el destino le estaba pagando la apuesta, la más importante que había hecho en su vida. Era el culminar la cúspide del camino que se había trazado, a pesar de no haber sido elegido por votación popular a ningún cargo, pero siempre con la decisión de lograr el objetivo propuesto: ser presidente de la República, como lo fue su tío abuelo hace setenta y dos años.
El bien pensado y elaborado discurso de Santos Calderón, en su acto de posesión, refleja muy bien la personalidad de su autor: un hombre pragmático, calculador y arriesgado, acostumbrado a ganar siempre.  Ganador cuando fue elegido Designado a la Presidencia de la República, el último a la luz de esa figura de la Constitución de 1986, cuando derrotó a un veterano y hábil político, el antioqueño Willian Jaramillo Gómez.
Triunfador, también, cuando fue nombrado como el primer Ministro de Comercio Exterior, en el gobierno de César Gaviria Trujillo, desde donde lideró, en parte, el proceso de apertura económica. Ganador, igualmente, como Ministro de Hacienda de Pastrana, cuando administró la crisis económica más importante de nuestra historia republicana y ganador, también, como Ministro de Defensa de Uribe, a pesar de no haber sido uribista al principio, pero luego férreo defensor de la política de la seguridad democrática.
Esa es su personalidad: pragmático y calculador. Para el recién posesionado Presidente de la República, los resultados son más importantes que los principios; de allí su propuesta de la Unidad Nacional, en la cual entran propuestas como el primer empleo, que manejó Rafael Pardo del partido liberal, el partido donde Santos se hizo; la propuesta de tierras del Polo Democrático, y así sucesivamente.
Es ese pragmatismo de Santos el que le permite combinar ideas económicas de la social democracia, con otras de la corriente neoliberal, en esa visión pragmática denominada “la tercera vía”, de la cual fue exponente y defensor en Colombia, y sobre la cual escribió un libro con el experto Antony Giddens, entre otros. Pragmatismo que igualmente ha defendido a través de su fundación “Buen Gobierno”, con la fundación del Partido de la U y ahora con la propuesta de un gobierno de Unidad Nacional.
A partir de ese pragmatismo se explica su propuesta de la Unidad Nacional y sus múltiples mensajes a la guerrilla, a los partidos políticos que están por fuera de su coalición, a las Altas Cortes, y a los países vecinos, en su discurso de posesión.
Entre los mensajes a la guerrilla, está claro que Santos ha respondido a Alfonso Cano, máximo líder de las FARC, cuando dice que está dispuesto al diálogo y que las puertas del mismo “no están cerradas”.
“A los grupos armados ilegales que invocan razones políticas y hoy hablan otra vez de diálogo y negociación, les digo que mi gobierno estará abierto a cualquier conversación que busque la erradicación de la violencia y la construcción de una sociedad más próspera, equitativa y justa”; sobre la premisa de “la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión y a la intimidación”, y en todo caso  seguirá enfrentándolos con todo lo que esté a su alcance y “ustedes saben que somos eficaces”. Santos le apuesta a la mano firme, pero también al pulso tendido.
A los gobiernos de los países vecinos también les ha enviado importantes mensajes; Santos tiene toda la intención política de jugársela por el restablecimiento de las relaciones con Venezuela y Ecuador y quiere hacerlo sin intermediarios, “con mucha diplomacia y mucha prudencia”. Ayer mismo la Ministra de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín se reunió con su homólogo de Venezuela, Nicolás Madura,  y el de Ecuador, Ricardo Patiño; y mañana martes el Presidente Chávez vendrá a Colombia. Otra vez, el pragmatismo por encima de  asuntos de principios.
En la edición de mañana seguiremos con estos comentarios sobre los grandes mensajes de este primer discurso del Presidente Santos.

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