X

Reflexiones sobre el desempleo en Colombia y en Valledupar

En las últimas semanas han sido buenas, en términos generales, las noticias sobre la evolución de la economía colombiana. El país viene presentando unas tasas de crecimiento económico aceptables, en los últimos años, gracias a la percepción de una mejor seguridad (en cuanto al sector rural y el problema de la guerrilla) y – en general- hay un buen ambiente para los negocios, fundamentado en las cifras y en situación política durante Uribe y también – ahora- en la era Santos.
Adicionalmente, la inflación está bajo control, inclusive a pesar del efecto del invierno sobre la oferta y los precios de los alimentos y otros productos básicos para la canasta familiar. Las tasas de interés están relativamente moderadas, está fluyendo el crédito al sector real, y – a pesar de la revaluación- las exportaciones mantienen un comportamiento dinámico.
Pero no hay nada completo en la vida, como dice el adagio popular. Y los nubarrones siguen presentándose con las cifras de los mercados laborales: el desempleo se mantiene alto y el subempleo sigue creciendo, a pesar de ese crecimiento de la economía formal.
En efecto, el desempleo cerró el año 2010 con una tasa nacional de 11,8 por ciento, sólo 0,2 por ciento menos que la del año antepasado (2009), cuando fue de 12 por ciento. No hay ninguna caída como lo han querido presentar algunos funcionarios del gobierno, es sólo una disminución y marginal. En cifras absolutas, aproximadamente dos millones seiscientas mil personas están desempleadas en el país.
Adicionalmente, el subempleo creció del 29,1  por ciento, en 2009, al 32,6 por ciento en 2010. Es mucha gente, la que está en este mercado que no trabaja las horas suficientes y cuyo ingreso depende de actividades por debajo de su preparación.
Lo anterior significa que, en plata blanca como se dice, en Colombia persiste un modelo de desarrollo con crecimiento económico, pero poco generador de empleo. Es un modelo intensivo en capital, por ejemplo en el sector minero, y no tan intensivo en mano de obra.
El deber del Estado, y en particular del gobierno nacional, es estimular la inversión generadora de empleo, ojalá en sectores intensivos en la generación de mano de obra, como es el caso de la vivienda y la construcción de infraestructura, entre otros.  En este sentido, se podría pensar que van bien encaminadas las inversiones que se harán para reconstruir las zonas afectadas por el invierno que acaba de pasar, pero también estamos a tiempo de revisar las famosas locomotoras, es decir los sectores escogidos como líderes  y que deben ayudar a impulsar a otros sectores. El debate sigue abierto y -debemos insistir, era una crítica que le hacíamos al anterior gobierno- hay que tener una serie de políticas proactivas y bien centradas en la promoción del nuevo empleo. En este sentido, consideramos esperanzador el proyecto de ley del primer empleo; pero esto no es suficiente y el país está en mora de discutir una política integral, consistente y sólida en esta trascendental materia: fomentar la generación de nuevos y masivos empleos.
Ahora, analizando el tema por ciudades, a manera de ilustración es necesario resaltar que la menor tasa de desempleo la tiene la capital, Bogotá, con un 8,6 por ciento, que no tiene ningún misterio y se explica por la gran cantidad de frentes de obras públicas que se adelantan en esa ciudad y por el tamaño y la sinergia propia de su densa economía: es sede de gobierno y una ciudad exportadora y comercial, tanto o más importante que Medellín, Cali o Barranquilla.
En contraste, Quibdó, la capital del Chocó, uno de los departamentos más pobres del país, presenta la tasa de desempleo más alta con un 20,3 por ciento; seguida por Pereira y Armenia, con un 18,8 y un 18,4 por ciento, respectivamente. Igualmente, es alto el desempleo en Ibagué, Popayán, Manizales, Cúcuta, Pasto Montería y Sincelejo.
En el caso de Valledupar, nuestra ciudad presenta una tasa de desempleo de 11,9 por ciento, no es la tasa más alta, es más está muy próxima a la tasa nacional, pero es un desempleo alto y preocupante y – sin lugar a dudas- debe estar muy relacionado con el tema de la inseguridad, con robo y atracos, que estamos padeciendo.
En el plano local, es necesario estimular y fomentar programas que estimulen la generación de empleo, como la vivienda y en particular la de interés social; pero, a mediano plazo, se requiere una nueva Secretaría encaminada a fomentar la economía popular urbana y rural, que trabaje temas como el fomento de las micro y fami-empresas, el apoyo al agro de la ciudad, entre otras opciones.
Sin desconocer que este tema depende, en su mayor parte, de políticas del orden nacional;  somos partidarios de que los gobiernos departamental y municipal, con programas serios, eficientes y transparentes contribuyan, también, a la generación de empleo. El problema económico y social más importante que tiene el país y que es el gran lunar de una economía que, en otros frentes, está dando buenas noticias.

Categories: Editorial
admin: