Hoy queremos comentar los que consideramos, en nuestro particular modo de ver, los principales retos de la administración de Luis Alberto Monsalvo Gnecco. Son tantos los problemas, y en distintos órdenes, que el primer reto es hacer una buena planeación y una acertada prioridad de los mismos, teniendo en cuenta su urgencia, los costos de las soluciones y los recursos disponibles.
Compartimos con el Gobernador Monsalvo Gnecco la importancia que le da a la seguridad en los campos y centros urbanos. Sin un buen clima de seguridad no puede haber inversión y sin inversión no hay empleos e impuestos para fundamentar el gasto público.
Igualmente, su visión en el sentido que el tema de la seguridad tiene por lo menos dos caras: la coercitiva con el aumento del pie de fuerza, mayor inteligencia, recursos, apoyo y colaboración con la fuerza pública.
Y también es necesaria una política social focalizada y eficiente que les llegue, en serio, a quienes más la necesitan. En este sentido son loables los propósitos en materia de cobertura y calidad en la educación y la salud, y la prioridad que se le debe dar a lograr los “Objetivos del Milenio”, en nuestro departamento. Todo lo que apunte a reducir los problemas de equidad y cumplimiento de derechos es bienvenido.
Pero, bien lo sabe el gobernador que es economista, los recursos son escasos y de allí la necesidad de realizar una reforma institucional en la Gobernación del Cesar, para adecuarla a las nuevas realidades sociales, institucionales y jurídicas, y hacer una mayor economía de los mismos. Para citar sólo algunos casos, la nueva legislación en materia de regalías implica el fortalecimiento de la Oficina de Planeación Departamental y una mayor articulación, apoyo y trabajo conjunto entre esta y las respectivas oficinas de cada uno de los 25 municipios del departamento del Cesar, con el fin de presentar, gestionar y defender los proyectos territoriales ante el Gobierno Nacional.
En este tema, hay que reconocer que tenemos serios problemas a la hora de estructurar, presentar y sustentar los proyectos ante el Gobierno Nacional, y de allí la importancia de apoyar y fortalecer la Oficina del Departamento en Bogotá, ahora en cabeza de la ex senadora María Cleofe Martínez Martínez.
Hace parte de esa reforma institucional de la que hablamos, la creación de la Secretaría del Medio Ambiente, que plantea el nuevo Gobernador, y a nuestro juicio el fortalecimiento de la actual Secretaría de Minas. El departamento hoy no tiene los dientes y los mecanismos para hacer realidad una minería que debe ser eficiente y rentable, claro, pero también responsable en materia social y ambiental.
Capítulo aparte nos merece el tema del sector agropecuario. Hemos insistido, desde estas mismas páginas, que el Departamento requiere recuperar su vocación agrícola y ganadera, mediante programas propios pero – fundamentalmente- sirviendo de articulador entre las necesidades de nuestros agricultores, campesinos y ganaderos y las políticas públicas del gobierno nacional. En esta materia el diagnóstico es bien conocido y prueba de ello es lo que ratifican algunos dirigentes del sector en la presente edición del diario.
Sin lugar a dudas se nos quedan muchos temas por fuera, el tema de vías, vivienda social, agua y acueductos, y los relacionados con la cultura y el deporte, entre otros. Pero el que no se puede quedar por fuera, aunque suene de “Perogrullo” es el tema de la ética y la lucha contra la corrupción. Es urgente que el gobierno departamental tenga políticas y procedimientos claros que fortalezcan la transparencia, el control social, la vigilancia y la cultura de la rendición de cuentas sobre los escasos recursos públicos. De ese tamaño, a nuestro juicio, son los retos que acaba de asumir el joven gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco.
De nuestra parte, al igual que en el caso del Alcalde de Valledupar, como medio de comunicación serio, responsable y comprometidos con el desarrollo y progreso de nuestra ciudad, consideramos que estamos en la obligación de colaborar en la divulgación de sus programas y tareas de gobierno, pero también en el imperativo moral de canalizar las inquietudes de la comunidad cesarense y de advertir y criticar lo que consideramos inconveniente de parte de la administración.