El día martes pasado se conmemoró el día de la Tierra. Situación que nos llevó a evocar la pertinencia del discurso que pronunció el 12 de marzo del presente año, el presidente de Uruguay – Pepe Mujica, ante la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), un discurso de trascendental importancia mundial que vale la pena propalarlo en algunos de sus apartes para que reflexionemos frente a la situación que nos toca vivir en nuestro ecosistema Tierra, “No me quiero reír de la economía, pero estoy peleado con la civilización que me toca vivir.
El hombre nunca ha tenido tantos recursos ni tantos desafíos ni tantas posibilidades desde el punto de vista técnico. Despilfarramos 2000 millones de dólares por minutos en presupuesto militar a nivel del mundo. Decir que no hay plata es no tener vergüenza. Hemos llegado a una etapa de la civilización en que el mundo entero clama por una gobernancia de carácter mundial para algunas cosas que somos incapaces. Incapaces incluso de construir una agenda y respetarla.
Hay un alud de problemas que se acumulan. Algunos hablan de ecología. La crisis es de carácter político y no ecológico. La ecología es consecuencia de la crisis política. Esta etapa de la civilización nos lleva, no la llevamos. Perdió toda racionalidad”.
Se pregunta: “¿Quién se va hacer cargo de las bolsas de nylon que se han acumulado en el pacifico? ¿Quién se va a hacer cargo del deshielo de la meseta del Tíbet? ¿Quién se va hacer cargo del aumento del nivel del mar? ¿Quién se va hacer cargo de las hipotecas de nuestra vida?
Una vida consumista donde trabajamos para pagar cuentas de tarjetas. En fin hay un cumulo de problemas que ningún estado ni lo más fuertes de la Tierra puedan dar respuesta.
Esta etapa de la humanidad nos dice que tenemos que pensar como especie. Que por primera vez en la historia del homo sapiens arriba de la Tierra tenemos que entrar a pensar como especie. Entrar a pensar que los pobres de África no es un problema de África y que la falta de agua en algunas partes de América no es un problema del Ecuador o de Perú y que en definitiva, la concentración de la riqueza necesita medidas mundiales.
Y lo que está en juego es la persecución de la vida, no de tal o cual país. No se puede seguir acumulando indefinidamente desastres, cuando se sabe que se camina en el nivel del desastre. ¿Para qué se reunieron los hombres de ciencia para otorgarnos ciertas recomendaciones si es inútil?
No existe una conciencia mundial que plantee con tono imperativo que tenemos que asumir ciertas conductas de responsabilidad. ¿De qué nos vale una actitud ecologista en un rincón si el universo más industrializado se mueve como se mueve? La humanidad necesita una agenda de problemas mundiales y si no lo hace, tarde llegaremos.