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Reflexión sí, desplante no

José Joaquín Urbano Martínez acaba de posesionarse como nuevo magistrado de la Sala de  Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia y lo hizo ante el presidente de esa corporación y no ante el presidente de la República como ha sido la tradición, siendo  este un hecho disruptivo que puede obedecer a una actitud de protesta por el trato que se alega se ha recibido por parte del presidente de la República o, lo que para mi gusto resulta más valioso y de fondo, sea un acto reflexivo y reivindicatorio  de aquel principio de la independencia de poderes que establece la  separación de poderes entre las tres ramas del poder público, es decir, el legislativo, el ejecutivo y el judicial y  que busca evitar la concentración del poder y la tiranía, y permitir que cada rama del poder público ejerza sus competencias de manera independiente.  Si eso es lo que se ha buscado, reciba mi admiración y respeto el nuevo magistrado. 

Pero en nuestro país se ha establecido una compleja telaraña que ha permitido el ejercicio de   variedad de vicios entre los cuales el más notable y odioso es el yo te nombro y tú me nombras, el cual no se encuentra limitado al intercambio de favores entre la ramas del poder público, sino que la ley facilita a que  dentro de  la misma rama judicial la creación de reciprocidades de dudosa ortografía toda vez que ejerciendo la facultad  de nominación y haciendo un filtrado casi que se lleva de la mano al ente elector, haciendo uso de lo que se conoce como “terna de uno”. Hecha la ley hecha la trampa. 

Es complicado así obtener un clima ajeno al intercambio de favores que, si estuviera limitado a la escogencia del recurso humano, vaya y venga, pero es que se han dado casos de sentencias que tuercen el pescuezo o de actitudes inexplicables a la luz de lo correcto, de lo que debe ser.

Obtener un ambiente sin elementos espurios es difícil pero no imposible y no se trata de reducir la corrupción a sus justas proporciones y lo que se debe es  combatir a fondo todos los vicios que provienen de nuestra humana condición y para los cuales más que talanqueras lo que existe son laberintos encriptados cuyos códigos son conocidos por unos pocos privilegiados.

Y repito, si lo del magistrado Urbano Martínez es una muestra de independencia, bienvenida sea, pero que su motivación no sea un resquemor de las posturas inconvenientes del presidente Petro.

Recordemos el casi nunca bien interpretado principio de lo cortés no quita lo valiente.

Por eso terminamos como lo iniciamos: reflexión sí, desplante no. 

Por: Jaime García Chadid.

Categories: Columnista
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