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Reduccionismo informativo

A través de los medios radiales, escritos u orales, es difícil conocer la verdad, cada sector la describe tal como le favorezca. Por eso se dice que la historia la escriben los vencedores. Las mismas redes sociales, el medio de los que nada tienen, también están invadidas de falsedades. Creo que el mejor testimonio es el que dan las cámaras y, sin embargo, a veces son alteradas y los mismos sistemas investigativos de la criminalidad tuercen la orientación de ciertos procesos para encubrir a los verdaderos culpables.

Venden ciertos vocablos hasta la saciedad, tal que casi todos comparten su significado así sea deformado; para ello existen teorías y métodos eficaces que invierten las tendencias de credibilidad. Hoy, el término de moda es “vandalismo”, asociado a la destrucción y al saqueo. Los vándalos eran una tribu germánica que saqueó a Roma pero todos los conquistadores han hecho lo mismo, las conquistas no se hacen con escapularios, aunque España los utilizó en nuestra conquista. 

La biblioteca de Bagdad fue destruida en 2003 por los EE.UU por efectos de la geopolítica y mucho antes, también la de Alejandría, por motivos religiosos, quizás, su acerbo no coincidía con las teorías teologales de la época; los egipcios 3000 años a.C. ya sabían que el año tiene 365 días. Ahí se perdió un cúmulo cultural y científico. Eso es vandalismo internacional con patente de corso. Los árabes que habían tenido a Ptolomeo, precursor de Copérnico y a Hermes Trismegisto, padre de la ciencia egipcia y que habían inventado el álgebra, no han podido reponerse de esta tragedia incendiaria. Siempre ha existido el principio de que “el fin justifica los medios”.

Hoy el concepto de vándalo, aplicado a quien destruye lo público, tiene una connotada acepción y por ser un esdrújulo suena muy bien para descalificar al adversario. Claro, un vándalo es algo terrible, su comportamiento es atípico, nada justifica su accionar. Pero vándalos son muchos, no solo ese grupito aislado que se encarga de bajarle contenido a una reclamación en una marcha.

El vandalismo también está estratificado pero a los vándalos de cuello blanco no se les sindica de tales. Quienes anualmente le birlan al Estado $70 billones/año, quienes maquillan sus declaraciones de renta, quienes estuvieron frente a los mega robos de Foncolpuertos, Guavio, Odebrecht, Hidroituango, Reficar, etc., esos también son vándalos porque afectan lo público sin marchar una sola cuadra y sin romper un solo vidrio; son magos del vandalismo que no se dejan ver, no los encarcelan ni los matan; al contrario, van al congreso, a los ministerios y hasta a la Presidencia de la República; también manejan toda la contratación pública. Son vándalos estrato seis.

 A raíz de los recientes hechos ocurridos en Colombia, el gobierno, los medios y sus bodegas, han tratado de concentrar las cosas en los vándalos pese a que es un número muy pequeño, nuestra protesta es importada, dicen, olvidan nuestros muertos y heridos, amén de las causas de las marchas. A eso se le llama reduccionismo. Por fortuna, el mundo está viendo lo que pasa en Colombia y lo está registrando.

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