Estamos en el siglo de las comunicaciones, que ya ha superado y lejos, todos los records de velocidad e información audiovisual inmediata, por lo que las informaciones y noticias se actualizan en fracción de segundos. Las comunicaciones unidas con la tecnología a través de los celulares inteligentes y las redes sociales están influenciando profundamente en el comportamiento, gobernabilidad y la productividad humana. Además, con las redes sociales cada persona u organización tiene la posibilidad de ser una fuente de información e incidir sobre los demás individuos y el conjunto de la sociedad.
Las redes sociales se han incorporado a la vida cotidiana de una manera veloz y progresiva a lo largo de los últimos años, generando un fenómeno social, político, económico y tecnológico que está modificando la forma en la que nos relacionamos. Estas redes sociales han alcanzado un nivel de difusión masivo. En este contexto, los gobernantes, políticos y funcionarios están utilizando las redes sociales como una herramienta que les ayuda a mejorar su relación con la ciudadanía y por ello, están apostando de una manera generalizada por su uso y difusión, llegando a extremos del egocentrismo, que muchos gobernantes, funcionarios y empleados solo se dedican a publicar fotos y mensajes por Twitter, Instagram y Facebook, cayendo hasta en la ridiculez, para que los áulicos se los multipliquen y crean que eso es gestión efectiva y medible.
Muchos mandatarios y sus funcionarios están es midiendo quien tiene más seguidores y cuántos “me gusta y retuiteados” le hacen por cada emisión o publicación que hacen. Ellos creen que eso es gestión, pues no, la gestión solo es posible evidenciarlas sobre las soluciones efectivas. ¿Cuántos tuiteres ha emitido el presidente Santos y su equipo de gobierno, sobre el proceso de paz? Pero hasta ahora no habido algo concreto aunque esté cerca. Los gobernantes han incorporado las redes sociales en su función es más para publicitar eventos que la mayoría de las veces son inocuos e irrelevantes.
Si la velocidad y constancia con la que los mandatarios y sus funcionarios emiten las fotos y mensajes de las reuniones en las que están, fueran iguales a las soluciones de los problemas que dicen atender, tendríamos los gobernantes más exitosos del mundo. Y Colombia no tendría tantos paros en educación y salud, ni tan bajo nivel educativo, la alimentación escolar sería tipo europeo y no comida para mascotas, la seguridad integral estaría a la par de Alemania y los trancones no tendrían por qué existir, porque un hueco arreglado acabó con la inmovilidad y el mototaxista se convirtió en empresario por un curso de un mes que le ofrecieron. Los campesinos estarían cómodos en sus veredas con buenas vías y vendiendo sus productos a buen precio.
Y se podría decir que cada mandatario tiene suficientes recursos y una capacidad de gestión impresionante.
Lo equitativo sería que la comunidad pudiera obtener respuesta a las inquietudes respetuosas que los seguidores opositores o controversiales les hacen a los funcionarios y mandatarios. Pero ocurre lo contrario, los mandatarios o los funcionarios los bloquean o los ignoran, porque en la mayoría de los casos el funcionario solo quiere recibir aplausos, me gusta y retuits. Son muchos los casos donde los seguidores están más por ser escuchados que por ser seguidores del comité de aplausos del mandatario. Por lo tanto, la mayoría de las veces no es una estrategia de comunicación de gestión sino de publicidad, que equivale casi a seguir o estar en campaña política.