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Recuerdos de Gustavo Gutiérrez

Por Aquilino Cotes Zuleta

La vida le ha deparado muchas cosas bonitas a Gustavo Gutiérrez Cabello, su formación de hombre de bien, compositor y cantor incuestionable del folclor vallenato y especialmente su parca razón para contar: su vida, sus amores, sus canciones, sus inspiraciones y su pasión desbordada por la música.

Sin lugar a dudas, Gustavo está sitiado entre los grandes del folclor vallenato y cada una de sus canciones es la memoria misma de su existencia.

Es el hombre, es el poeta y el declamador de sus versos, como lo define bien el cirujano plástico José Carreño: “un hombre de pasiones musicales”.  

Hace unos días mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan se encontraron con él, diagonal a la Iglesia La Concepción, en la mítica Plaza Alfonso López en Valledupar, lugares por donde deambuló por años jugando de niño y adolescente, por donde hizo sus primeros cantos. “Estos lugares me producen alegrías y añoranzas”, dijo.

Por allí nació y crecióel hijo flaco de Evaristo y Teotiste. “Yo nací el 12 de septiembre del año 40, en aquella casa”, dijo y mostró la vivienda.

En cada centímetro de esas calles polvorientas en donde jugó como niño hay un testimonio de sus canciones, de su pasión por la música y su crecimiento en medio de las interpretaciones que hacía su papá con la guitarra, el violín o el piano. Pero no eran –como hoy- vallenatos, sino melodías clásicas. 

Durante la charla con mis consejeros periodísticos estuvo presentesu mujer, Jenny Leonor Armenta Gómez, quien es hoy su soporte.

“Tavo” como todos le llaman recordó muchas de sus canciones como Confidencias, Camino largo, Sin medir distancias, Lloraré, Paisaje de sol, Corazón martirizado y reiteró su preferencia por los cantantes: Diomedes Díaz, Poncho Zuleta y Jorge Oñate.

 

 “Que vaina Aquilino, fueron muchos días de desbordantes sentimientos, muchas alegrías y momentos inolvidables previos y durante el recién homenaje que me brindaron en Valledupar, fue algo muy bonito”, precisó.

 

Todos los medios de comunicación del país, y muchos del exterior lo mantuvieron en sus noticias y sus entrevistas. “Yamit Amat me hizo en dos meses tres entrevistas y cada segundo mi nombre y mis canciones eran noticias”, recuerda.

Nueve días después del apoteósico homenaje que le brindaron en Valledupar a finales del mes de abril pasado, sobrevino en Bogotá la muerte trágica de uno de sus hijos: Jaime Daniel Gutiérrez Acosta, de 21 años, estudiante del último semestre de Arquitectura en la Universidad Nacional. 

Los ojos de “Tavo” se cuestionaron de dolor y dijo la frase que aún  retumba entre los que estábamos allí con él: “Después de tanta alegría me vino esta inmensa tristeza. Era un muchacho noble”,y calló. Hasta la próxima semana.

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