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Recordemos hoy a Chema Gómez

Por: JULIO OÑATE MARTÍNEZ

Un 27 de diciembre del lejano año de 1907, en el hogar de Lucas Gómez Aragón y Margarita Daza Vidal, nació el niño José María, quien – con el correr de los años- llegaría ser pionero en la figura del compositor como tal, es decir, desligado de la interpretación del acordeón.
Su vena musical la recibe de su padre, ya que los Aragón provenientes del pueblo de Camarones, (Guajira), fueron reconocidos músicos que dominaron el violín, la guitarra y la bandurria, llegando inclusive a fabricarlos.
Desde los 7 años, el pequeñuelo ya preocupaba a su madre con las escapadas que se daba de la casa a ver los ensayos de la banda del pueblo, cuyo director era Francisco Arrieta, de Galapa, (Atlántico), razón por la cual el grupo, era conocido popularmente como La Banda de Arrieta. La banda mencionada interpretaba música propia de la época: Danzas, Danzones, Valses, Pasillos, pero la música provinciana no afloraba todavía.
En 1922 ante la carencia de colegios en Fonseca es enviado a Santa Marta y posteriormente a Bogotá donde se graduó en el año 34 en Odontología, en el Instituto Dental Colombiano, que era la Facultad de la época. Durante su permanencia en Bogotá muestra inclinación por el violín, aprendiendo rápidamente a interpretarlo. Con algunos paisanos que tenían sus mismas inquietudes musicales organizó una pequeña orquesta en la capital, ganando popularidad como La Orquesta de los Costeños. Actuaban en concursos y reinados  estudiantiles, pero los cachacos, enemigos de la bulla, lograron a los dos años acabar estos eventos con la consiguiente desintegración del grupo. Entre los integrantes estaban, Diofanor Peña, abogado y magnífico guitarrista; un venezolano de apellido Altube, como segundo violinista y en la guitarra, de origen chocoano, el negro Rendón. Además, un valluno de apellido Mosquera en la flauta, el barranquillero Enrique Millón en la guitarra y Chema Gómez primer violinista. El director era Rafael Gómez músico de la Filarmónica de Bogotá.
En 1924 por problemas de salud no estudió y se quedó en Fonseca y en una visita a Patillal donde su primo Tomás Cipriano Medina Gómez, fue invitado por éste a una noche de festejos donde los indios que habitaban las estribaciones de la Sierra Nevada. El manejaba algo la estructura musical y de regreso al pueblo en un papel pautado escribió la musiquilla de los indios, cuyos versos nunca olvidó y que decían:
“Echa pa lante chava soto,
que vamo a amanecé,
echame un trago, echame tré
que vamo a amanecé
que si yo no te los pago
te los paga mi mujé”.

La anterior experiencia fue para Chema el punto de partida para explorar lo que denominó “Música Provinciana” y empieza a componer algunas cosas, pero tomando como base el sonsonete de los indios. A su regreso a Bogotá, el año siguiente, incorporó estas primeras muestras al repertorio de los costeños y durante un ensayo del grupo recibió la visita del director de La Filarmónica, Guillermo Espinoza Grau, quien al escuchar las melodías de los arhuacos y fascinado por ellas, le recomendó que siguiera cultivando esa música que algún día tendría renombre.
En una fecha parecida a 1936 ya el joven odontólogo Chema Gómez había compuesto sus primeras obras musicales las cuales fueron Fonseca Y Sanjuanera  que más adelante fueron identificadas como paseo. A comienzos del 40 dio a conocer su obra más celebre El Compae  Chipuco.  Aunque no fue un compositor muy fecundo sus obras todas tienen sabor terrígeno y están impregnadas con un toque humorístico donde resalta la picaresca, entre ellas podemos mencionar El Indio Leguleyo y El Piojo, además el paseo Alborada Musical, el merengue Canto a las Mujeres y la puya Amor Borracho.
Chema Gómez se radicó en Santa Marta la mayor parte de su vida y por achaques propios de la edad, allí recibió la muerte después de haber tenido una existencia fructífera, dejando un legado musical que hoy reposa en nuestro preciado cofre del folclor vallenato.

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