Por: Valerio Mejía Araujo
Una de las herramientas para mantener nuestros pensamientos alineados con el Reino de Dios, es meditar y recordar la Palabra de Dios. La invitación hoy es a meditar en la Palabra de Dios y darnos la oportunidad para recordar lo que es verdad. Para lo cual son importantes tres cosas:
Primera, debemos escribir nuestras promesas. Escribir las ideas, señalar y subrayar las promesas, pegar notas y colocar tarjetas hacen que mantengamos la motivación constante y que recordemos lo que Dios nos dice.
Segunda, debemos revisar esas promesas. Los registros escritos sólo son útiles cuando los revisamos y volvemos a visitar esas palabras que nos fueron dadas. Se trata de meditar en lo que Dios ha dicho hasta que pueda verlo y correr tras de eso. Es recordar quién es Dios, cómo es su pacto, y quién se propone ser en nuestras vidas y circunstancias.
Tercero, debemos recordarle a Dios sus promesas. Malaquías habla acerca del diario de Dios. A veces, Dios revisa lo que está escrito en su libro de recuerdos, y da forma al futuro de acuerdo a lo hemos hecho en el pasado. Así sucedió con Cornelio en el libro de los Hechos, cuando el ángel le aseguró que sus oraciones y generosidad habían subido para memoria delante de Dios. Esto nos enseña que nuestras tareas y ofrendas para el Señor, nunca serán olvidadas o pasadas por alto.
Pero también Dios nos invita a recordarle activamente lo que hemos hecho, y a apostar nuestras vidas delante de él. Cuando Israel cruzó el Jordán, cada líder de tribu tomó una piedra y la apiló como señal, para recordar lo que Dios había hecho; pero también para recordarle a Dios sobre la condición de obediencia del pueblo. Cuando Nehemías ayudó a reconstruir Jerusalén, concluyó diciendo: “Acuérdate de mí para bien”.
Si nos preocupa saber qué podría estar escrito en el libro de los recuerdos del cielo para cada uno de nosotros, tomemos como modelo el caso de Sara, quien se rió burlonamente de lo que Dios había prometido y luego mintió cuando Dios la confrontó; para luego encontrar en Hebreos que Dios dice de ella que fue por la fe como pudo concebir. Así pues, podemos concluir que puesto que lo ocurrido es distinto de lo registrado, ¡El libro de los recuerdos no tiene registros de nuestros errores!
Registremos, revisemos y recordemos a nosotros mismos y a Dios lo que él ha hecho en el pasado y su fidelidad futura bajo nuestra condición de obediencia.
Señor: ¡Acuérdate de nosotros para nuestro bien!