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Rebeldía compartida

Por: Nuris Pardo Conrado

Comparto a plenitud, como también lo hacen muchos de los que conocen el asunto, la rebeldía que hoy acompaña a los ingenieros, arquitectos, maestros de obras y trabajadores de la construcción y sobre todo los que habitan en el departamento del Cesar, por la forma expresa en que rechazan la iniciativa de la administración departamental, por la manera en que desea hacer la contratación con un sola persona (natural o jurídica), para todas las obras que conlleva a la construcción y mantenimiento de los diferentes planteles educativos; lo que, a simple vista, según el sentir de ese conglomerado de profesionales es lesivo para sus interés y de la misma economía regional, por que el unimismo rompe el principio de la participación de todos, frase que se volvió repetitiva en la anterior campaña política de la elección de 2007.
Veo al gobierno unido en su querer, así lo reconocen los presuntos perjudicados quien han querido resolver el asunto en la forma más noble posible, haciendo comunicados de prensa, escritos al ejecutivo y en pocas veces con rebeldías aisladas tratando de hacerse oír.  Me duele lo que está sucediendo y aunque sé que los derechos se ganan con esfuerzos, ellos deben proceder – acertadamente- para que no encontremos vencidos y vencedores.  Ojalá la elitista medida sea retrotraída para que haya proporcionalidad para tantos necesitados.
Los griegos siempre acostumbraron a que cuando se daban medidas lacerantes, iniciaban con bufonadas, comedias y críticas tratando de conseguir la nulidad de las mismas, muchos fueron los imperios y reinados que se cayeron sin disparar una bala o sin esgrimir una espada. Aquí hay que proponer hechos de paz y no de violencia como ha sido costumbre.
Traigo como colación un episodio que presencié cuando el doctor Abraham Romero Ariza, cansado de solicitarle al gobernador de esa época le concediera una pretensión se encadenó en la puerta del palacio Alfonso López, logrando obtener lo pedido y poniendo en calzas prieta al mandatario de esa época. Si mal no estoy, estimo en más de trescientos los ingenieros y arquitectos con domicilio en este territorio y entre maestros de obras y albañiles pasan de mil quinientos, cuyas situaciones de ingreso son precarias, razón que les lleva a tamaño rechazo y – sobre todo- porque los requisitos son inaccesibles para todos.
Están los profesionales referidos absortos por la mudez de los políticos y principalmente de aquellos que hoy ostentan credenciales, ya sea en el ámbito nacional, departamental o municipal, entendiendo que en un régimen como el nuestro, es a quienes les corresponde alzar la voz y servir de parlantes a las cuestiones que, como estas, desacreditan y perjudican a una comunidad.
En mi poder tengo las cartas que la sociedad de ingenieros del Cesar, entidad que en cabeza de su presidente encargado ha hecho llegar al doctor Moreno Panezo, advirtiéndole las posibles consecuencias dañinas en lo que se refiere a costos, calidad, tiempo de entrega y los posibles resultantes económicos y sociales para el Cesar, en caso de proceder como se quiere y donde acotan también en forma ejemplarizante que en otros lugares dicha modalidad ha sido un fracaso.
A las partes en mención, quienes no han logrado ponerse de acuerdo, habría que advertirle que el camino apropiado para dilucidar en la mejor forma este nudo es el dialogo, y a la ciudadanía – desde luego- que con sus opiniones deben vincularse para defender lo más justo y razonable, sin que se encuentren a la vera del camino destrozo de una guerra entre gobiernos y gobernados, y a quienes queremos esta tierra coadyuvar para que la plata se quede aquí y que la misma sirva para impulsar el desarrollo que hemos tratado de obtener, pero que nos ha sido esquivo.
NURIS ESTHER PARDO CONRADO
nurispaco@hotmail.com

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