Hace pocos días se llevó a cabo la entrega de propuestas de soluciones a la corrupción en Colombia por parte de la Universidad de los Andes, en el marco de los espacios de diálogo sobre democracia participativa, intercambio de saberes y construcción de ciudadanía a través de la iniciativa ‘Pilas con el futuro’, que planteó como un espacio de diálogo interuniversitario para proponer acciones concretas ante los retos que tenemos como sociedad.
En esta iniciativa, diversas universidades tienen el compromiso de proponer soluciones a 15 temas relevantes en la construcción social, en la que se destacan cambio climático y justicia ambiental liderada por la Universidad EAN; Construcción de paz, por la Universidad de Antioquia; Emprendimiento por la Universidad EAFIT; Desarrollo rural, por la Unipaz; Pobreza y desigualdad, por la ICESI; Juventud y ruralidad, por la Universidad de la Salle, entre otros temas de gran interés en la que también participan otras universidades desde diferentes regiones del país.
Dentro de las soluciones para la ética pública y corrupción se llegaron a 37 recomendaciones en las que se hizo un ejercicio de priorización de acuerdo con la factibilidad e impacto, donde se agruparon por prioridad a corto y mediano plazo o complementarias a corto y mediano plazo. Una de las conclusiones para lograr un impacto positivo requiere de esfuerzos en la formación ética, participación y poder ciudadano que se sugiere implementar desde la educación básica, que es donde existe una mayor cobertura del estado en todas las regiones del país.
Todas las recomendaciones son importantes, pero después de los elementos de educación y cultura de legalidad, se enfatizó en una mayor digitalización de la información y datos de los procesos públicos y servicios del Estado, así como una verdadera autonomía de los órganos de control y garantizar protección de los denunciantes.
Es triste ver cómo muy poco nos escandalizan los actos de corrupción, los cuales son olvidamos rápidamente, y cada vez somos más indiferentes a esos actos que deberían generar repudio. Somos conscientes que los discursos de candidatos en el que hablan de combatirla son insensatos. Desde ahí se empieza mal al no abordar que es un problema mucho más profundo, donde hay que reconocer que la promovemos al defendernos de un problema que no es ajeno a nosotros.
La corrupción no es un problema que solo compete a lo público, es un problema ético que nos responsabiliza a todos y debemos reconocer que hacemos parte del problema. Los actos de corrupción privilegian los intereses particulares sobre el bien común, profundiza la pobreza y la desigualdad social.
Afortunadamente sí hay soluciones concretas para erradicar la corrupción, el peor error es creer que no existen soluciones, pero hay que tener el deber moral y compromiso ciudadano de exigir la aplicación de soluciones, pero también sembrar esperanza con pequeños actos cotidianos que marcan la diferencia y sean ejemplo para la sociedad.