Mantener encendida la llama del legado musical que dejó su padre fue el firme propósito de Taryn Escalona cuando creó, en el año 2004, la fundación Rafael Escalona Martínez, cinco años antes de que el maestro partiera del mundo terrenal. Lo hizo motivada por dos razones: la admiración que siente por la obra de su progenitor y garantizar que el folclor vallenato se perpetúe a través de las canciones de este insigne juglar.
El 13 de mayo de 2010, fecha del primer aniversario de la muerte del maestro Escalona, la fundación comenzó con los homenajes y desde entonces la vida del maestro Escalona ha sido contada a todas las generaciones a través de obras de teatro, conversatorios, conciertos sinfónicos, exposiciones fotográficas, libros entre otras expresiones artísticas y académicas.
“El objetivo es seguir esa labor que hacía el maestro como embajador de la música vallenata, fue a través de personajes como él que el vallenato comenzó a abrirse paso en el panorama nacional e internacional y precisamente queremos a través de su obra que el vallenato siga vivo. Él sembró la semilla de esta hermosa música que hoy nos representa a los colombianos”, manifestó Taryn Escalona.
Cada aniversario de la partida de Escalona, en horas de la mañana su familia, representada en hijos, nietos, sobrinos, además de sus amigos, se concentran en el mausoleo del maestro, tal y como él mismo lo pidió, debajo de un árbol de mango. Allí, con canciones, flores y plegarias, lo recuerdan afianzando el mensaje “Escalona Inmortal”, ese mismo que reza en la lápida del compositor más grande de la música vallenata.
Esa familia y los amantes de legado son quienes año tras año riegan la semilla para que las generaciones venideras, sigan deleitándose con la obra de Rafael Escalona Martínez, ese que soñó con una casa en el aire para su hija Adaluz, pero que cimentó con bases fuertes la esencia del folclor que hoy es símbolo nacional.