El robo millonario a un banco se cometió en horas de la noche pasada, y aunque los responsables se dieron a la huida, teníamos a los principales sospechosos trabajadores del banco, que se encontraban custodiados en la comisaria. El culpable se hallaba entre las únicas dos personas que se encontraban dentro del banco en el momento del robo: el Banquero y el Gerente.
Los dos estaban en celdas separadas, en espera para ser interrogados uno por uno. El primero fue el Gerente, de cuarenta y tantos años, principal sospechoso del delito, quien alega que se encontraba en su despacho al momento del robo, pero no tenía testigos, además de que las cámaras de su oficina no se encontraban en funcionamiento; Después estaba el Banquero, un hombre joven, de aspecto amigable, pero inteligente y calculador por su forma de actuar y hablar, podía ser el posible culpable por darle información del banco a los ladrones, ya que estos evitaban las cámaras caminando por sus puntos ciegos sin dejar magulladuras en las cerraduras, lo que indica que no fueron forzadas para abrirlas.
Entonces, quise ir más allá de lo que se podía, pues me propuse a buscar entre los archivos bancarios, ordenadores y a interrogar más sobre los dos implicados en el caso, pues no podía descansar hasta atrapar a los responsables del crimen. Parecía el robo perfecto.
Aunque el caso era muy difícil, principalmente por la falta de pruebas y de testigos contra los dos, pude resolverlo con un archivo, más específicamente un video, que se encontró en la computadora del Gerente, una prueba que mostraría al verdadero responsable: se trataba de un video hecho en el banco, no de las cámaras encargadas de la vigilancia, sino la de un móvil, que mostraba al Gerente y al Banquero hablando sobre la organización del llamado “Dinero Fácil”, mostrando que no era solo uno, sino que ambos eran los culpables del crimen, por lo que frente al jurado no tuvieron más opción que declararse ambos culpables y delatar a los que con ellos colaboraron, y soportar los tres años tras las rejas con ellos, pagando así el crimen cometido.
Por: Emel Medina – Colegio Técnico Upar