Hago referencia de manera especial a Eclesiástico 6: 14–17, que traducido en lenguaje actual nos dice: “Encontrar un amigo fiel es como dar con un tesoro o como hallar un refugio seguro. Un amigo fiel no tiene precio: su valor no se mide con dinero. Un amigo así nos salvará la vida. Si obedecemos a Dios hallaremos ese amigo, y sabremos reconocerlo porque él también obedece a Dios”.
Quiero referirme a un video que nos brindó hace poco el papa Francisco, determinante en la nota que comparto con mis lectores y que me llevan a recordar la herencia que me dejó mi madre. Ella era una mujer noble, con un carácter especial; no era a medias tintas, era o no era. Fiel cual escudero de don Quijote, el amigo Sancho Panza; y entregada de manera única a esas personas que se ganaban su aprecio y amistad.
Me precio de usar esa herencia, muchas veces que me cuesta, pero me llena de orgullo saberme amigo de mis amigos y saberme humilde con razón aunque duela este sentir.
Nos habla su santidad: “Dice la biblia, que el que encuentra un amigo, encuentra un tesoro. Me gustaría proponer a todos ir más allá de los grupos de amigos y construir la amistad social, tan necesaria para la buena convivencia; reencontrarnos, especialmente con los más pobres y vulnerables, están en las periferias; alejarnos de los populismos que explotan la angustia del pueblo sin dar soluciones, proponiendo una mística que no resuelve nada. Huir de la enemistad social, que solo destruye; y salir de la polarización y esto no siempre es fácil, especialmente hoy cuando una parte de la política, la sociedad y los medios, se empeñan en crear enemigos para derrotarlos en un juego de poder.
El dialogo es el camino para mirar la realidad de una manera nueva, para vivir con pasión los desafíos de la construcción del bien común; recemos para que en situaciones sociales, económicas o políticas conflictivas seamos arquitectos del dialogo, arquitectos de amistad; valientes y apasionados, hombres y mujeres que siempre tiendan la mano y que no creen espacios de enemistad y de guerra”. Esto habla por sí solo.
Nos vemos encumbrados muchas veces, sentados en un trono como dueños de la verdad absoluta, en donde los demás, todos, están equivocados menos yo. La vida es un ratico, que nos proponemos bajo cualquier circunstancia, darnos sorbos de amargura, dejarnos llevar por la rivalidad con el vecino, el compañero de trabajo y además subvalorar la verdad y la amistad.
Tristes experiencias abundan, pero hoy queremos alabar al papa en su pronunciamiento… los amigos son personas que siempre están ahí, los amigos agradables compañía que a veces incordian, que te quieren, pero sobre todo que hacen que la risa sea más agradable.
Vamos por una amistad de verdad, valórala, cuídala y no pases por alto regarla para que florezca. Y por último… no olvides: “Amistad que acaba no había comenzado”. Sólo Eso.