Basta con solo escuchar la introducción del tema ‘Sin medir distancia’, de Diomedes Díaz, para empezar a entender la grandeza de José Miguel Vásquez Castillo.
Aquella melodía, que quedó impregnada en la historia de la música vallenata, es solo una pequeñísima parte de ese universo que significó la carrera de ‘El papá de los bajistas del vallenato’, bautizado así por los entendidos en la materia.
Su corazón dejó de latir la noche de este lunes a sus 67 años en una clínica de Barranquilla, pero sus creaciones perdurarán por siempre entre los amantes del folclor. La importancia de ‘Quévaz’ -como lo bautizó Rafael Orozco- es tal que, conocedores del género, se atreven a afirmar que José Vásquez marcó un antes y un después dentro de la música vallenata.
Los inicios del exitoso músico, arreglista, bajista y compositor se remontan a comienzos de la década de los 60, en su tierra Chiriguaná, cuando empezó a necear la guitarra en el colegio para tocar en los eventos propios de la época escolar.
A los 13 años ya tenía el bajo en la cabeza, pero no contaba con uno propio. Es por eso que con 1.000 pesos que le dio su padre fue a Maicao y se compró el primero que tuvo en sus manos, el cual le costó $950.
Siendo un niño de apenas 14 años, su talento empezó a ser reconocido cuando en medio de una caseta en su pueblo, el maestro ‘Turco’ Gil le dejó tocar una tanda con Los Hermanos López, que ya tenían como cantante a Jorge Oñate.
“El ‘Turco’ Gil, que para mí es el mejor músico que tenemos, me pasó el bajo, intenté hacer un tema con los hermanos López y no me bajaron más, toqué el resto de la tanda”, recordó Vásquez en una entrevista con el programa de ‘Checho’ Díaz.
Con Los López grabó en el disco Reyes Vallenatos de 1972, pero antes que saliera el trabajo discográfico empezó su carrera en la ejecución de este instrumento con Los Cumbancheros del Ritmo, agrupación de La Jagua de Ibirico y una de las pocas orquestas organizadas en la región que alternaba con conjuntos vallenatos.
UN “ACCIDENTE” LO LLEVA DONDE CALIXTO
En uno de esos toques, los ojos de Calixto Ochoa se posaron sobre aquel joven músico. Calixto terminó llevándoselo para su grupo porque pasados unos meses, su bajista tuvo un accidente.
De Calixto, pasó a otro grande: Alfredo Gutiérrez, quien lo vio tocar y se lo llevó. “Estaba cómodo con Calixto hasta que me vio Alfredo Gutiérrez y me dijo que necesitaba que me fuera para el conjunto de él, Calixto era muy enamorador, y se enamoró de una novia que yo tenía y esa fue la excusa para irme donde Alfredo”, contó el maestro.
BINOMIO DE ORO Y DESBORDE DE TALENTO
En 1977, José Vásquez encontró el sitio ideal para desbordar todo ese talento: El Binomio de Oro. Rafael Orozco e Israel Romero, que siempre se caracterizaron por imprimirle toques novedosos a sus trabajos, crearon el espacio que necesitaba ‘Quévaz’.
Llegaron entonces los saludos de Rafa que lo popularizaron y que aún hoy se escuchan en las parrandas: “¡Vaya! qué sentimiento José Vásquez”, “Quévaz, Quévaz, ¡suéltale los cañones José Vásquez! ¡lloren guitarras!”, y entre muchos más. También son populares los contrapunteos con ‘Maño’ Torres y el ‘Pollo Isra’.
“El bajo, antes de Jose con el Binomio, era básico. Lo que llamamos acompañamiento normal. Cuando escuché La parranda es pa amanecé quedé loco, cogí mi guitarra e intenté imitar ese bajo. Era muy joven, pero me dije: ‘Definitivamente no soy, ni seré bajista’. Busqué grabaciones anteriores y no existía ese tipo de bajo. A medida que me adentraba escuchando todo el disco completo, cuando oí la canción Mi mejor canción y al final hizo unos silencios, dije: ‘¡esto antes no lo había hecho nadie!’”, reseña Jesús Vides, productor musical, cantante, autor y compositor, quien en 2021 escribió la nota titulada ‘José Vásquez, partió la historia del bajo vallenato’.
INNUMERABLES GRABACIONES
Se unió a Diomedes Díaz, luego de la muerte de ‘El Maño’ Torres y Juancho Rois (noviembre, 1994) prácticamente hasta que falleció ‘El Cacique’.
‘El Jimi Hendrix del vallenato’, como le apodó Carlos Vives en el Festival Vallenato de 2018, también grabó cumbiones con Joe Arroyo y puso su rúbrica en Los Corraleros de Majagual, Andrés Landero, La Niña Emilia, Dolcey Gutiérrez, Fruko, Silvestre Dangond, Los Betos, Iván Villazón, Jorge Oñate, Martín Elías, Pedro Ramayá.
Jóvenes artistas como el acordeonero Javier Matta o el cantante Diego Daza también lo disfrutaron en el estudio. Incluso, en música de Daddy Yankee, en el álbum Barrio Fino en Directo (2005) y el tema Llamado de Emergencia (2008), se escucharon los bajos del chiriguanero.
Tomando el mensaje publicado ayer en la cuenta de Twitter del maestro Alfredo Gutiérrez: “Hasta siempre para el más estudioso y grabado en la historia del vallenato”.
POR JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ VEGA / EL PILÓN