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Que vengan los turcos

Barranquilla ocupa el primer lugar en crecimiento a nivel nacional y lo ha logrado  durante los últimos 16 años, y para la muestra los datos son envidiables, además de los megaproyectos de infraestructura que ya son una realidad y otros en su etapa final, como la construcción del gran malecón del rio que cuenta con 5 km de construcción de espacios y desde su inauguración hasta la fecha ya cuenta con más de 25 millones de visitantes, 353 kilómetros de vías pavimentadas, 78,3 km de arroyos canalizados, construcción y puesta en marcha del ecoparque de la ciénaga de Mallorquín, el tren turístico de Las Flores y las playas de Puerto Mocho, el programa de mi techo propio que beneficiará a más de 10.000 familias y ahora la construcción del otro malecón del suroriente en el caño de Rebolo, todas estas obras pensadas desde una mente abundante y con visión a largo plazo.

 Y si de datos se trata, los mismos hablan por sí solos, su PIB (Producto interno bruto) tres sectores aportan el 52,6 % del total, manufactura con el 16,7 %, comercio con el 20,5 % y administración pública, educación y salud con el 15,4 % y en términos de crecimiento los que más crecen son manufactura con el 14,1 %, comercio 10,5 %. Comunicaciones 12 % y entretenimiento el 52,9 %, ojo a este último dato.

Estos resultados no son producto del azar o un golpe de buena suerte sino de la visión de unos empresarios que se metieron a la política para a través de los impuestos que pagan los barranquilleros y los atlanticenses convertir a la ciudad en una verdadera metrópolis pionera en competitividad y centro de atención de inversionistas y megaeventos internacionales, me refiero particularmente a la familia Char y quienes por supuesto son blanco de todas las críticas pero que en términos de resultados las cifras los acompañan en todo lo que emprenden, pero ¿qué tienen los Char que los hace una especie de Reyes Midas? Sus exitosos negocios como el grupo Olímpica, su red de emisoras, el Junior de Barranquilla y el hoy banco Serfinanza junto con otras inversiones en diversos sectores hacen que esta familia sean ejemplo a nivel nacional e internacional.

Muchos, incluido yo, atribuyen el éxito no solo de Barranquilla, sino de la mayoría de las ciudades que acogieron a los miles de migrantes sirios y libaneses que a través de su desarrollado olfato comercial fueron tejiendo redes de negocios en cada una de sus ciudades donde llegaron, la historia de Barranquilla, Montería, municipios de Córdoba y Sucre, Maicao y Cartagena no me dejarán mentir que su progreso tiene mucho que ver con esta influencia árabe y que tienen como parte de su cultura  preocuparse por que su riqueza se esparza a su alrededor puesto que entre más próspera se vuelva la zona, más crecen sus negocios; sin embargo, no ocurre lo mismo con el judío cuya visión de riqueza está relacionada con el esclavismo, la especulación y el empobrecimiento del otro, no lo digo yo, lo dice la historia. 

Ahora, no estoy diciendo que las demás culturas no hayan aportado al desarrollo de los territorios, ni hablar de los alemanes y su influencia en los santanderes y otros migrantes europeos en zonas como el eje cafetero o Antioquia, pero la realidad es que el resto de cruces mayoritariamente entre africanos, indígenas y un sector no tan bueno de españoles nos legó a los que nacimos en el Caribe colombiano parte de esa visión cortoplacista, mezquina y a veces egoísta que nos mantiene en el estado en que estamos; no en vano nos acostumbraron al sucio, al desorden, a ríos de aguas negras corriendo por las calles durante años porque una alcantarilla se rompió, calles con cráteres gigantescos dañando vehículos, montañas de basuras a cielo abierto, indigentes, atracadores y guarida de malhechores de la peor ralea, considero que nos merecemos mejor suerte.

Lo bueno que nos puede pasar es que ojalá pudiésemos traer a parte de esos sirios que están siendo expulsados por la guerra y adoptar a muchos de esos cerebros para esta ciudad que requiere con urgencia un nuevo aire, un nuevo impulso y una nueva oportunidad, si pudiéramos adoptar a la familia Char y que hagan grandes inversiones en esta ciudad o que nos presten a Alejandro por unos tres o cuatro periodos para Valledupar, se los sabríamos agradecer.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya.

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