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Que Uribe diga quiénes son

“Hay un gran reclamo ciudadano. La gente del Cesar, y anoche me lo dijeron en privado, ya amenazó con armarse ilegalmente”, estas fueron las palabras de Álvaro Uribe en la convención Caribe del Centro Democrático, sería conveniente que el expresidente fuera más preciso, porque en el Cesar hay mucha tensión por el reagrupamiento de paramilitares. ¿Cuál es la gente del Cesar que quiere armarse? Si se lo dijeron en privado, se podría uno preguntar: ¿Son miembros de su partido?, o, ¿serían algunos ganaderos, que por la dolorosa muerte de Juan Felipe Ustáriz ven esa salida como un mecanismo de defensa? Las palabras de Uribe son irresponsables y estigmatizan a un departamento golpeado por la guerrilla y los paramilitares, ambos flagelos dejaron muchas víctimas que aún no se reponen del dolor. El tema es muy grave porque deja entrever una mentalidad paraca, todavía presente en el departamento; al parecer, no se aprendió la lección del horror de varios años, cuando Jorge 40 desde San Ángel, alias 39 desde la casona en La Mesa y el tal Tolemaida desde Becerril, intimidaban y humillaban como reyezuelos, con complicidad de la elite vallenata que prefirió arrodillarse a estos delincuentes y asesinos, con tal de proteger su bienes, ante la ausencia del Estado. El mensaje para los obtusos que hablaron con Uribe es uno solo, el regreso de los paracos, por más que lo deseen, es una ilusión muy lejana por varias razones: en primer lugar los militares, quienes eran la piedra angular por su complicidad, no querrán participar en este nueva aventura de terror, ya que han sido los primeros en pagar los platos rotos. Pregúntenle al coronel Hernán Mejía, ¿qué pasó con su carrera? Tampoco encontrarán otro personaje capaz de liderar un proyecto de muerte como Jorge 40, por más dinero que aporten, mientras 40 está enterrado en una celda en EE. UU muchos de sus financiadores y testaferros disfrutan su dinero en Valledupar, así no hay quien se le mida a esa jefatura y por último, la más importante, la sociedad ha cambiado, las nuevas tecnologías de la información están haciendo que la gente hable, denuncie, grabe y esa nueva generación no quiere regresar al pasado violento, así que los neoparacos, en esta zona tendrán que esperar y antes de pensar en armarse hasta los dientes, como se lo escribe Uribe todos los días al ministro de Defensa, lo mejor es rodear al Estado y buscar la protección de las autoridades legítimas como lo ordena la Constitución. El monopolio de armas debe estar en cabeza del Estado y no en los civiles, está demostrado que las sociedades más armadas son las más violentas, EE.UU. es el ejemplo claro y ante eso no podemos hacernos los ciegos.
Ojalá esa noche negra nunca regrese al Cesar, es hora de mirar hacia el futuro, fortalecer la democracia para desterrar el otro mal que nos tiene enterrados, la corrupción de los clanes políticos familiares que han postrado al departamento en el atraso y la desesperanza.

Por Jacobo Solano

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