Desde este miércoles 18 y hasta el día 20 de septiembre, en Valledupar se desarrollará la audiencia adversarial de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en los casos que involucran al excomandante del Batallón La Popa, Plubio Hernán Mejía Gutiérrez, por los presuntos delitos conocidos como “falsos positivos”.
En el Cesar, se habla de 127 familias que vivieron en carne propia el dolor de perder a sus seres queridos mediante el delito de “falsos positivos”.
Es por ello que, aunque muy dolorosas, estas audiencias de la JEP sobre los falsos positivos son un proceso necesario para la búsqueda de verdad y justicia en Colombia, tanto para las víctimas como para los acusados de ser victimarios.
Las audiencias de la JEP son uno de los pocos espacios que permiten la posibilidad de conocer la dimensión de uno de los episodios más oscuros del conflicto armado. También ofrecen a los familiares de las víctimas la oportunidad de escuchar, frente a frente, a quienes participaron en estos crímenes.
Sabemos que el proceso no podrá deshacer el daño, pero sí debe ayudar a encontrar una verdad que durante décadas ha sido negada o minimizada.
A los familiares de las víctimas se les debe reconocer su valentía y constancia. Durante años han luchado en un entorno de silencio y estigmatización, buscando justicia en un país que, en muchos momentos, les dio la espalda. Ahora, la apertura de las audiencias es una señal de que su esfuerzo no ha sido en vano, y aunque el dolor sigue presente, el país está obligado a escuchar su clamor y acompañarlos en la búsqueda de justicia.
También es cierto que estas audiencias no son el fin, sino un paso hacia la reconciliación. La verdad que se revele debe ir acompañada de acciones concretas: reparaciones dignas, reconocimiento del daño causado y, sobre todo, una voluntad institucional para que nunca más se repita un crimen de tal magnitud.
Además, los familiares tienen derecho a la memoria, a que sus seres queridos no sean reducidos a cifras o estadísticas, sino recordados como individuos con sueños y vidas truncadas injustamente.
Todas las instancias comprometidas con el tema están obligadas a hacer que estas audiencias realmente sean productivas en ese proceso de esclarecimiento de la verdad, y no se conviertan en nuevas frustraciones para tantas víctimas. Darles a las familias un mensaje esperanzador, en el sentido de que su lucha ha sido clave para que Colombia se enfrente a sus demonios.
Ya han transcurrido siete años desde que se iniciaron las audiencias de la JEP, pero todavía falta mucho para lograr avances significativos que hagan posible cerrar de una vez por todas este doloroso ciclo vivido en el departamento del Cesar y toda la región.
Debe continuar el diálogo con el ELN
En medio de la lógica indignación nacional por los hechos recientes el presidente Petro -aunque tenga cólera y desilusión, y sea un asunto sensible ante la opinión pública y la oposición política- no debe dar por terminado el proceso de paz con el ELN. Fue un error de su antecesor, el presidente Duque, romperlo por emocional y popular rabia, cuando el atentado a la Escuela de la Policía en Bogotá. Así lo dijimos entonces.
Aunque sea impopular hay que dialogar en medio del conflicto, por agudo que sea y sin que la Fuerza Pública baje su necesaria presión, en el esquema que se desarrolló con las Farc en el periodo presidencial de Santos.