“Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá”. Marcos 11,24.
El contexto general en que se encuentra esta declaración es cuando Jesús camino a Jerusalén sintió hambre y se acercó a una higuera para tomar algún fruto de ella, el árbol estaba lleno de hojas, pero no había fruto. Entonces Jesús dijo a la higuera: ¡Nunca jamás nadie coma fruto de ti!
Al día siguiente, cuando él y sus discípulos pasaron nuevamente por allí, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Pedro, advirtió el detalle y dijo: “Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado”. A lo que Jesús responde otorgándoles cierta autoridad para poder recibir conforme con la voluntad de Dios.
Muchos reconocen en este ejemplo de la higuera llena de hojas, pero sin fruto, las formas externas de la religión, que no tienen el verdadero fruto de justicia y misericordia. Como resultado, no satisfacen el hambre espiritual de las personas que se allegan a ella en busca de alimento espiritual. Fue por eso por lo que Jesús comisionó a sus discípulos para que actuaran en consecuencia.
Si Dios quiere que algo se haga, ¿puede hacerse? ¡Sí! Si Dios me comisiona para para que yo lo haga, ¿puedo hacerlo? ¡Por supuesto que sí! Ese todo que aparece en el texto, ¿se refiere a lo que yo anhelo o deseo? ¡No! No se trata de nombrar, orar y reclamar todo aquello que quiero. Ese todo se refiere a que, inmerso en la voluntad de Dios, yo puedo hacer todo aquello que sea su voluntad.
Así, yo puedo experimentar una vida de milagros cada día. Ahora, cada milagro que escape a la voluntad de Dios, si bien es cierto que es plausible, obedece a la aplicación de mis recursos y no puede ajustarse a los propósitos de Dios.
Puede en estos tiempos ¿ocurrir milagros por medio de la oración? ¡Sí! Siempre y cuando entendamos que provienen de Dios. Dios es la fuente eterna de lo sobrenatural. Un milagro es una intervención sobrenatural de Dios, viniendo desde la eternidad al tiempo, con el único propósito de establecer su reino. Los milagros verdaderos solo pueden ser obrados por Dios y únicamente para ayudar a cumplir su propósito redentor.
Es posible, con nuestros propios medios y sin Dios, mover una montaña usando suficiente tiempo y el equipo adecuado. Sin embargo, el diseño original es que actuemos conforme con su voluntad y sujeto a sus designios. Nada puede impedirnos mover las montañas, si actuamos en la voluntad de Dios. Si creemos nadie puede evitar que seamos las personas que Dios quiere que seamos, ni lograr las metas que Dios quiere que logremos.
Las montañas pueden ser las dificultades y trabas que se interponen en el camino para cumplir la voluntad de Dios. La fe elimina todas las barreras que nos pueden impedir avanzar en ese camino del éxito y la victoria, armonizados con la voluntad de Dios.
Mi oración para que logremos remover toda montaña de duda, temor y falta de perdón. Así lograremos concordar con su perpetua voluntad. Abrazos y bendiciones en Cristo.