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Que se venga pa’ cá pa’ La Loma

Homenaje a Samuelito

Por Juan Rincón Vanegas

juanrinconv@hotmail.com

“Samuelito no sabe en que forma
ha perdido a su hermano querido
que se venga pa’ cá pa’ La Loma
que con mucho gusto lo recibo”.

Nuevamente llega un nuevo festival en homenaje al juglar Samuel Antonio Martínez Muñoz, y en esta ocasión será del 13 al 16 de julio, en la tierra donde echó sus raíces y a la que premió con una de sus célebres composiciones.
La mencionada canción fue un éxito total en las voces de Jorge Oñate, Alfredo Gutiérrez y recientemente Silvestre Dangond y por eso y muchos merecimientos en 1990 se creó por parte del abogado, escritor y cantautor, ese evento que hoy tiene gran resonancia a nivel regional y nacional.
En su paso por la vida Samuelito se prodigó con el acordeón y dentro de su repertorio se destacan las canciones ‘Potrerillo’, ‘Los primeros días’, ‘La bicicleta’, ‘La mujer tetona’, ‘La mala suerte de Juana’, ‘María Barba’, ‘La corredera’, ‘El arte musical’, ‘El candao de las mujeres’, ‘Feliz carnaval’, ‘La cerveza’, Los carruseles’ y ‘La vejez’, entre otras. Tuvo 10 hijos: Carmen, Alicia, Samuel, Luis Rafael, Fabio, Felipina, Patricia, Luz Elena, Jorge Luis y Jaime. Tres de ellos han seguido sus pasos: Jaime es acordeonero y Samuel y Fabio, son compositores.
Era costumbre de Samuelito, cada año para la apertura del Festival de Canciones realizar una presentación, primero en tarimas improvisadas en la plaza principal y después en la actual, que lleva el nombre de su padre Pedro Nolasco Martínez. Allí se inspiraba, tocaba y cantaba sus obras célebres para alegría de todos, pero tres años antes de despedirse de la vida, murió el viernes 27 de septiembre de 2004, no pudo más porque sus fuerzas ya no lo acompañaban y desde hacía algún tiempo soportaba una ceguera irreversible.
Se la pasaba sentado en su cama, ya no salía al patio donde siempre se encontraba, sus hijos se encargaban de animarlo y contarle cosas de su interés. Ya no llegaban los amigos a pedirle les hiciera canciones para sus enamoradas, ni tampoco tiraba los versos que lo hicieron famoso en la región. Su vida se iba apagando poco a poco y ya no le decía a su esposa que le planchara la ropa, le alistara los zapatos y lo pusiera a comer temprano para inaugurar el Festival de Canciones. Ya no podía darle un repaso a sus canciones y tampoco podía recibir el aplauso de sus paisanos y amigos.
La despedida para el hombre de piel morena que con su acordeón al pecho pintó en canto la historia de pueblos, veredas y caseríos y que fue premiado con una inteligencia natural fue grandiosa. Una gran multitud lo llevó a la tarima, ese espacio donde siempre se recordará su nombre y después al campo santo donde le tributaron un homenaje musical.
Precisamente su hijo Jaime Martínez Castro, sobre el significado de ser el único que siguió los pasos de su papá expresa que “A mi me nació aprender a tocar acordeón y mi papá cuando me vio el interés me apoyó y me impulsó. Me abrazaba y me decía que yo era el acordeonero de la casa, porque dos de mis hermanos son compositores. A mi papá le agradezco todo su estimulo y seguiré sus pasos musicales para que siempre se diga que soy el acordeonero, el hijo de Samuelito Martínez”.
Ahora, acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores, cantantes y verseadores se preparan para una nueva cita en La Loma, el Centro Carbonífero del Cesar, donde nuevamente se dará el mayor testimonio del juglar que supo con su humildad y talento inspirarse para hacer una invitación cantada, esa que así pasen los años se seguirá diciendo: “Que con mucho gusto lo recibo”. Y es un recibimiento grato, efusivo y con las mejores notas del acordeón.

La doncella del amor

Durante sus 82 años, nació el domingo dos de septiembre de 1922, Samuelito vivió de la agricultura y fue un destacado juglar que hizo historia con los hermanos Durán: Luis Felipe, Alejandro y Nafer, por sus enfrentamientos musicales cotidianos, pero definitivamente al autor de ‘La Loma’, le cambió la vida cuando conoció en el caserío de ‘Los pilones’, ubicado en el municipio de Chimichagua, a Felipa Venicia Castro Rodríguez, con quien se casó y vivió durante 46 años, teniendo 10 hijos.
Samuelito estaba tan enamorado que de salida le puso a la finquita donde vivía ‘Bella Felipa’ y ese fue el epicentro donde nacieron la gran mayoría de sus canciones, varias de ellas dedicada a su eterno amor.
Ella, quien también se despidió de la vida poco tiempo después de partir Samuelito, decía que tenía el secreto preciso porque a pesar de que él era mujeriego, nunca lo fue a “aguaitar” y aunque picara por todos lados siempre llegaba a la casa completico.
Por eso él le dedicó la canción ‘La doncella del amor’ que solía cantar en sus últimos días como agradecimiento a la mujer que le prodigó el más grande amor, que lo premió con 10 hijos y que supo tener la formula exacta para que el hogar se mantuviera.
La última vez que tocó Samuelito fue el 25 de septiembre de 2004, dos días antes de morir. Algunos de sus familiares lo escucharon y salieron corriendo y efectivamente lo encontraron acostado abriendo y cerrando sus brazos sobre el pecho simulando tocar su acordeón y llevando el ritmo con la boca. No lo interrumpieron sino que lo dejaron que siguiera inspirado. Estaba ensayando para hacer su estreno en el cielo.

“Ese paseo tan bonito
te lo hice yo, Samuelito”.

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FRASE PARA DESTACAR

Ahora, acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores, cantantes y verseadores se preparan para una nueva cita en La Loma, el Centro Carbonífero del Cesar, donde nuevamente se dará el mayor testimonio del juglar que supo con su humildad y talento inspirarse para hacer una invitación cantada, esa que así pasen los años se seguirá diciendo: “Que con mucho gusto lo recibo”.

Categories: Crónica
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