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¿Qué se puede hacer en los festivales?

En varias columnas anteriores me he dado a la tarea de visibilizar algunos problemas que afrontan los compositores e intérpretes de nuestra música vallenata para participar en los tantos festivales y concursos que se realizan a lo largo y ancho del territorio nacional. 

Una de esas situaciones problemáticas consiste en los excesivos gastos en los que deben incurrir aquellos intérpretes y compositores que desean participar en los concursos de algún festival. Lo primero que hay que decir es que durante la década de los 80 en la que nacieron muchísimos festivales vallenatos, buena parte de ellos apoyaban a los participantes foráneos con alimentación y alojamiento, lo que resultaba ser una ayuda importante.

Ese apoyo ha perdido vigencia en buena parte de los festivales, que prácticamente le dicen a los concursantes compónganse como puedan, es decir, corran ustedes con los gastos de transporte, alojamiento y alimentación. Como si esto fuera poco el líder, llámese acordeonero o compositor casi siempre debe pagarles una tarima a sus acompañantes gane o pierda, lo cual encarece y dificulta la participación. Todo esto es más complejo en las categorías juvenil e infantil, en las que a los niños los acompañan sus padres. 

Uno se pregunta en qué invierten el grueso de los recursos los festivales y de dónde salen esos recursos y la respuesta en la mayoría de los casos es, el monto mayor se les paga a las agrupaciones musicales contratadas para amenizar los bailes populares y no precisamente se va en el objeto principal de los festivales, que son los concursos y los participantes. 

Una de las alternativas de solución que planteamos es redireccionar los recursos, en especial si estos provienen del erario y si pertenecen al rubro de la cultura con mayor razón, no podemos seguir gastando el ochenta por ciento del presupuesto de los festivales en los conjuntos invitados y dejar a los participantes, que son la materia prima del evento, a su suerte.

En los concursos de canción inédita se puede, por ejemplo, limitar el número de acompañantes a 4 ó 5, porque definitivamente la ventaja en la presentación y la interpretación de una canción la tienen aquellos que tienen como pagar una nómina grande y de buenos intérpretes y acompañantes, dicho de otra manera, estos eventos están favoreciendo a los pudientes, en detrimento de la mayoría de músicos y poetas que pertenecemos a población económicamente vulnerable.  

Otra de las propuestas que se deben considerar son las eliminatorias virtuales, para que quienes se trasladen a participar sean los verdaderamente opcionados a una libre y justa competencia y no terminen los festivales celebrando cada año sus mejores registros de inscritos, sin que se mejore la calidad de los participantes.

En fin, las fundaciones y personas que organizan los festivales vallenatos en Colombia deben permanentemente hacer sus evaluaciones y análisis para buscar la manera de favorecer a quienes hacemos el sacrificio para que estos eventos no se mueran.   

COLOFÓN: Recurrentemente se dice, y en esta columna también se ha dicho, que el Festival de la Leyenda Vallenata es el papá o rector de los festivales vallenatos en Colombia, luego entonces es a este evento a quien le corresponde poner la plana, sentar cátedra e indicarle el camino a sus hijos. 

Por Jorge Nain Ruiz Ditta

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