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¿Qué nos inventamos para ser un país sin violencia ni corrupción?

Colombia es uno de los países pioneros de Latinoamérica en organizar eventos dirigidos a sensibilizar en la no violencia contra la mujer. El Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe se celebró en Bogotá en 1981. El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en memoria de las hermanas Mirabal, activistas políticas de República Dominicana, asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

A pesar de estas campañas que se vienen realizando para eliminar la violencia contra la mujer en todas sus formas, los resultados son pocos favorables: se han incrementado las agresiones físicas, sexuales y psicológicas, incluidas las amenazas, la coerción de la libertad, ya sea en la vida pública o en la vida privada.

Son frecuentes los anuncios de las autoridades en la lucha contra la delincuencia, pero los delincuentes continúan sus acciones y cada día aparecen nuevas formas de delinquir. En verdad, uno no sabe qué hacer. Sale prevenido, y el ingenioso delincuente ya tiene preparada la trampa; es un personaje de mil caras: en ocasiones finge ser una pordiosera oveja, y de repente se convierte en lobo con un arma aterradora; otras veces es una seductora mujer, experta en adormecer con escopolamina.

Las campañas de las organizaciones ambientalistas en defensa y protección del aire, de los ríos, los nevados, los bosques y los parques naturales terminan en grandes frustraciones, porque las entidades gubernamentales “responsables” de la protección legal son pusilánimes ante las empresas transnacionales explotadoras de los recursos naturales.

Las campañas de desarme, pacificación, tolerancia, perdón y convivencia ciudadana, no permiten pronosticar una situación propicia a corto plazo. Con tantos años de guerra, destrucción y muerte, parece que todavía existen personas a las que les ronda el espíritu de la violencia, y en su mente vibra el eco de Aquiles, guerrero de la antigua Gracia, que hallaba justo aquello de que los hombres nacían para la luchar y morir, y por eso iban a la guerra.

Los griegos, cansados de la guerra, se inventaron a la diosa Selene, personificada en la Luna. Era la diosa de la paz. De noche, los combate en Grecia se suspendían por respeto a la divinidad Selene. Y en esta época de Homero, los rapsodas ya daban cuenta de jóvenes guerreros que al sentirse atraídos por las noches de plenilunio y al estar frente a la luna, su ansiedad por la guerra y el combate disminuían, y en cambio aparecía una fuerza vital por el amor y la vida.

Y jóvenes griegos, de alma romántica, influenciados por la diosa Selene se entregaban a la musa de la poesía; y así, con este deslumbrante descubrimiento, Grecia dejó de ser un pueblo guerrero para convertirse en el imperio universal de la cultura. ¿Qué nos inventamos en Colombia para ser un país alejado de la violencia y la corrupción?

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