X

¡Que no se nos olvide!

“El Jate le pide a los padres y madres de la vida, muchas bendiciones para usted y toda su familia”, fueron las palabras que recibí en las primeras horas de este 2017 de parte de Roberto, un mamo Kogui, con quien tuve la fortuna de despedir el año 2016, por algún lugar de la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM) en una celebración de vigilia.

Aunque Valledupar se encuentra lejos del mar, el río Guatapurí, que nace en la laguna Curigua, en la SNSM, a 4.400 msnm es el encargado de ofertar a su paso por la ciudad de Valledupar, a propios y extraños el disfrute del agua fría en el balneario Hurtado. Allí llegan familias enteras todos los días para descansar y recrearse, caminan por el bulevar, se acercan a la madre naturaleza y buscan recoger la esencia de nuestros ancestros.

Lamentablemente por esta época del año, el río Guatapurí no lleva mucha agua o yo diría “nada de agua”, su caudal se disminuye considerablemente, en comparación con otros tiempos. La falta de una política ambiental seria y la desorganización administrativa que sufren las entidades del estado, son uno de los factores por los que los páramos de este país han sufrido un colapso desastroso y el páramo de la SNSM, no es la excepción, aunque es una franja de gran altitud cubierta por pastizales de montaña y matorrales intercalados con zonas pantanosas; el páramo de la SNSM es el enclave más septentrional de los páramos en América del Sur. Pero infortunadamente se ha ido agotando gran parte de este colchón de agua sagrada que baña y refresca a muchos pueblos caribeños.

La sensación de calor intenso y la incómoda sequía apenas comienza, la producción de agua de este páramo, no es capaz de surtir los ríos de igual manera que antaño; el mal uso del suelo, aniquilado por animales de pastoreo y las excesivas quemas, infringidas por quienes habitan estos sitios, son sinónimo de alarma vigente. Preocupa francamente, que aún no se haya podido entrelazar los saberes ancestrales y el conocimiento científico, en la búsqueda de recuperar mancomunadamente la montaña que llora agua, para evitar la tristeza de quienes nos suplimos de ella.

El evidente verano en el que nos encontramos y los informes que entregan las entidades que monitorean el clima como el IDEAM, dicen que se mantendrá las altas temperaturas hasta finales de abril y principios de mayo, y además habrá pocas precipitaciones en el Caribe colombiano; lo que quiere decir, que esto es apenas el comienzo de una larga y penosa jornada de lamentos y quejas por las altas temperaturas y la falta de agua. Sobra decir que el río Guatapurí a su paso alimenta de agua al acueducto de la ciudad de los Santos Reyes y que desemboca en la margen derecha del río Cesar.

Según la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, el nivel base del río Guatapurí es de 11.200 litros por segundo, y su registro histórico más bajo se presentó el año pasado (2016) en el mes de marzo, donde alcanzó los 4.920 litros por segundo. Entonces, viene otro pedazo del entramado que se avecina para esta hermosa región y son las llamadas concesiones de agua.
No conviene desperdiciar el agua cuando el río está en condiciones normales, mucho menos ahora que vendrán futuras emergencias; los habitantes de Valledupar debemos iniciar desde ahora una cruzada para concienciarnos en el uso racional del recurso agua.

En el caso de las concesiones, se debe considerar la intervención oportuna por parte de la Corporación Autónoma, para regular las acequias de Las Mercedes, La Solución y las otras, que hoy no recuerdo, porque desde ahora mismo, se debe reducir la cantidad de agua de las derivaciones, para evitar un desastre ambiental mayor; sobre todo en el corregimiento de Los Corazones.

Sin embargo es importante resaltar que muchos ciudadanos de Valledupar ya se han ido acostumbrando a las malas, a racionar el preciado líquido, porque desde hace mucho tiempo no llega agua con la misma frecuencia a la pluma de sus viviendas; gracias a que la empresa de servicios públicos Emdupar se encuentra hecha un desastre o como dicen ellos “está en crisis…” En fin, lo importante está en que debemos aprender a sobrevivir con muy poquita agua, en la ciudad que más la desperdicia en Colombia.

Seguiré recordando con agrado el saludo del Mamo Roberto, para intentar recibir de los padres y las madres de la vida, las bendiciones que me ofertaron, ya que las considero no solo valiosas, sino muy oportunas para estos momentos de incertidumbre climática, a ustedes queridos lectores les envió un saludo con gratitud y les deseo mucha felicidad y prosperidad en este nuevo año.

Miguel ángel Sierra

Categories: Columnista
Miguel Angel Sierra: